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jueves, 11 de diciembre de 2014

La Madurez es Obligatoria

1 Corintios 13:11 Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como niño; pero al hacerme hombre, dejé atrás lo que era propio de niño.

Muchos creemos que por tener cierta cantidad de años siendo cristianos o por nuestra edad, debemos ser considerados maduros y ser tratados como tal. Pero para eso es necesario dar testimonio de esa madurez.
Ser tratado con respeto y consideración, debe ganarse demostrando la adultez, ¡no se exige, ni se impone! Es parte de un proceso de prueba intrínseco que se desarrolla en nuestras relaciones interpersonales y en nuestra relación con Dios.
Cuando en verdad hemos puesto en práctica lo que hemos aprendido de todo lo que Dios nos enseña, es que crecemos y nos vamos haciendo aptos para recibir más, y luego llevar a los hechos eso otro que hemos aprendido para recibir aun más y así sucesivamente. Dice: Efesios 4:13 Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Los que se la pasan peleando con Dios, imponiendo sus criterios, queriendo resaltar entre los demás, pleiteando por todo, los que carecen de los frutos del espíritu, los ligeros al emitir juicio, los que siempre requieren de una persona como muleta para su caminar en la vida, los que hacen una pataleta por cualquier cosa, los que siempre están exigiendo sus derechos, los emocionalistas, los que se dejan llevar por lo primero que oyen sin escuchar la otra parte, los volubles, los que se resisten a llevar una disciplina en cualquier área, los indefinidos e indecisos, los que no les gusta escuchar, los que se dejan deslumbrar por todo, los que se resisten a los cambios dados por Dios, etc. “Todos  ellos carecen de madurez”.
Pero para nuestro pesar, muchos que tienen estas características son gerentes de una empresa, presidentes de países, líderes religiosos o cabezas de familia- Y sus ataques infantiles afectan a toda la masa que los rodea o que está bajo ellos.
La madurez no viene en un libro, ni la da un orientador, sino que es producto de la disposición que tengamos de aprender de todo y de todos, de deponer actitudes y de cambiar para bien; de tener como meta parecernos cada día más a Cristo.
El Señor desea que Sus hijos crezcamos y maduremos de manera integral. Dice: Lucas 2:52 Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y con los hombres. Note que hay una madurez vista desde una cosmovisión en este verso. Acá Jesús crecía en madurez física (en estatura), madurez mental (en sabiduría), madurez social (en gracia con los hombres), y madures espiritual (en gracia con Dios). De esa manera necesitamos crecer y desarrollarnos nosotros, integralmente.
Este verso inicial en el libro escrito a los Corintios, habla de tres características en las que podemos diferenciar a un hombre maduro de uno inmaduro. Generalmente el niño tiene poca experiencia y obra con poca reflexión; En cambio “el adulto, demuestra con palabras y hechos que ha alcanzado buen juicio, prudencia y sensatez”.
1-Hablaba como niño: una de las señales visibles de una persona que ha crecido en el Señor, es su manera de hablar. El creyente inmaduro se caracteriza por hablar más y escuchar menos (egocéntrico), sus conversaciones son superficiales, gobernados por sus emociones; Por lo general, se inclinan a defender sus opiniones y criterios, aunque se opongan a lo que dice la Palabra de Dios. Dice: Mateo 5:48 Sed pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
 2-Pensaba como niño: su manera de ver la vida y de razonar es corta, tiende a ser dependiente de lo que otro le diga (comer del alimento que otro ha digerido) y no van directamente a la fuente. Regularmente son susceptibles y vulnerables a todo lo que toque sus emociones (rencoroso, envidioso, contencioso, murmurador). Quiere ser tratado como adulto, aunque no es capaz de asumir responsabilidades, ni soportar tentaciones o pruebas. Por el contrario, el maduro debe estar enfocado en complacer a su Padre Celestial, proyectado a crecer siempre. Dice: Mateo 3:17Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
3-Razonaba o juzgaba como niño: un niño no tiene capacidad de emitir buenos juicios, le cuesta ser imparcial, normalmente juzga a la ligera, siempre está buscando un culpable de sus propios errores, predominan las reacciones impulsivas y efervescentes, no distingue lo bueno de lo malo, pero le gusta hacer el papel de juez. En 1 Corintios 2:15 dice: En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Aclaro, cuando dice que el espiritual juzga todo, no quiere decir que emite juicios a priori, sino que discierne entre lo bueno y lo malo.
Y el verso concluye: Pero al hacerme hombre, dejé atrás lo que era propio de un niño.
La madurez consiste en aprender cómo caminar en obediencia a Dios, para ser verdaderamente como Jesús. Es tomar la decisión de vivir según el punto de vista del Padre. Gálatas 5:16,25 nos da la clave: "Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne... Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu."
Dice: Gálatas 4:1,2 Pero también digo: entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.
El Señor viene por una iglesia sin mancha y sin arruga. Él no se va a casar con una niña; es por eso que debemos esforzarnos por  alcanzar la madurez, para poder irnos con él al cielo, y un bendito día casarnos en “Las bodas del Cordero”.

¿Estás preparado?

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