Soy
una mujer transparente, de esas que dice: “No tengo nada que esconder”.
Pero
esa personalidad extrovertida, sincera y libre, me ha traído problemas en
algunas ocasiones.
Como
hija de Dios entendida, he aprendido que mi transparencia no debe rayar en la
imprudencia, y que mi forma de ser no siempre va a encajar en los estereotipos
de lo que para algunos creyentes debe definir a un cristiano.
Pero
de algo si estoy muy clara: ¡Mi Padre celestial me ama así! Porque
definitivamente él no cambia personalidades sino que transforma caracteres para
que lo proyecten a Él.
He
aprendido a vivir con el rechazo de algunos, y a no caer en el error de manejar
múltiples personalidades para encajar en diversos grupos; Por la seguridad que
me genera cuánto me ama mi Cristo.
En
estos días meditaba sobre la levadura de los fariseos que no era otra cosa que
“La Hipocresía”. Y sentí mucha tristeza en mi corazón, porque el Señor me
pasaba como una especie de película con episodios de la vida de algunos de sus
hijos que han caído en esa trampa del maligno; por lo le que pedí misericordia.
A
veces olvidamos lo delicado que es abrir una pequeña brecha a nuestro
adversario; Y nos asombramos cuando con tota legalidad entra a matar, hurtar y
destruir. Son esas pequeñas zorras como la falta de integridad, la mentira, las
maledicencias, y toda clase de hipocresía donde honramos a Señor de labios pero
nuestro corazón actúa como si estuviéramos divorciados de él, entonces entra
Satanás a dañarnos…Y hasta nos puede usar para dañar a otros miembros del mismo
cuerpo de Cristo.
Un
corazón contaminado, contamina a otros. No olvidemos que solo los de limpio
corazón verán al Señor.
Dice
Lucas 12:1,2 Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de su hipocresía.
Porque no hay ningún secreto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que
no llegue a saberse. Por tanto, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad,
se oirá a la luz del día; y lo que han dicho en secreto y a puerta cerrada,
será gritado desde las azoteas de las casas.
En
Lucas la enseñanza de Jesús puede resumirse en lo siguiente: Frente a los
fariseos que sobrevaloran su propia doctrina y desprecian incluso lo bueno de
otros, Jesús destaca que “es mejor ser
que parecer”. Que el temor de Dios no es un miedo hacia él, sino un
reconocimiento de su poder para afirmar la vida- Que él escudriña los corazones
y conoce sus intenciones. Y por último: El cristiano debe tener presente que la
memoria de Dios restaura lo que la historia humana pretende poner en el
anonimato.
Los
valores del Reino no concuerdan con los de la cultura vigente ni su sistema de
valores. Mientras el mundo actual valora la imagen pública por su poder
adquisitivo o patrón de conducta político y superficial, el evangelio exalta la
“coherencia íntima”.
Ciertamente
todos tenemos muchas cosas que cambiar y que rendir a Dios; pero eso no debe
ser obstáculo para seguir adelante con el Señor en el servicio de su obra ¡Que
nada te detenga!
Por
lo tanto: Vive para agradar a Dios y no te dejes minimizar por quienes te
rechazan o subestiman. Porque al quien el Hijo de Dios libertare, será
verdaderamente libre.
Entiende
que, el Señor te ama y eso es más que suficiente.
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