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miércoles, 20 de mayo de 2015

No Seas Sabio 


en Tu Propia Opinión.


Proverbios 3:7 "No seas sabio a tus propios ojos; teme al Señor y apártate del mal"

Si bien es cierto que cada uno tiene la libertad de poseer un "Criterio propio" para emitir su opinión según lo que discierne sobre algo; También es una gran verdad que no se debe caer en el extremo de aquellos que se creen "Sabios en su propia opinión". 
Antes de emitir nuestro punto de vista con respecto a algo, primeramente lo debemos filtrar con el punto de referencia siguiente: ¿Que tanto conozco a Cristo y Su Palabra o Que me motiva a exponer esto que opino? Porque si creemos que con nuestra experiencia, linea de pensamiento o cultura que nos influencia es suficiente para creer que somos muy sabios en lo que debatimos, sencillamente estamos perdidos.
Dice Santiago 3:14,15 Pero si ustedes dejan que la envidia les amargue el corazón, y hacen las cosas por rivalidad, entonces no tienen por que enorgullecerse y están faltando a la verdad. Porque esta sabiduría no es la que viene de Dios, sino que es sabiduría de este mundo, de la mente humana y del diablo mismo.
Nuestras opiniones, que muchas veces tanto defendemos, a veces son fortalezas que deben caer para poder avanzar; Algunas de ellas tienen asidero en la concupiscencia de nuestra carne y el legado de tradiciones humanas heredadas del mundo y auspiciadas por nuestro ego y orgullo.... A menos que esas opiniones no sean solo personales sino las que el Señor ha formado en nosotros, fundadas en la verdad...
Dice 1 Corintios 3:18 Nadie se engañe a si mismo; si alguno de ustedes se cree sabio en este siglo, hágase ignorante para que llegue a ser sabio.
Ser transformados significa tener humildad y un espíritu dispuesto a aprender diariamente, desechando lo que hoy tenemos como confiable o a esa intelectualidad arrogante por alcanzar la opinión del Padre en nuestra alma y crecer en Gracia.
Vamos a cuidarnos de que esa opinión propia no nos convierta en seres blasfemos y de corazón perverso, sino cuidemos de tener un corazón noble y un espíritu abierto para todo aquello que el Eterno nos quiera enseñar, así la enseñanza venga de un niño.
La humildad es la clave, vamos a pedírsela al Señor.

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