En Las Sagradas
Escrituras hay una imagen de Jesucristo donde se muestra como “El Cordero y otra
como el León de la tribu de Judá”. El León y el Cordero; dos animales opuestos
en carácter y en personalidad, uno cazador y el otro presa, ¿cómo pueden
representar a la misma persona?
El león es un
depredador por excelencia, es el Rey de la selva; representa fuerza, temor y
poder; y un cordero representa nobleza, mansedumbre y ternura.
Esto muestra dos
facetas de nuestro Salvador. Él tiene una cara de cordero manso que se entregó
a sí mismo como sacrificio para el perdón de nuestros pecados; Esa parte
misericordiosa de Su carácter que siempre tiene algo más que darnos y nuevas
oportunidades que ofrecernos.
Pero también tenemos a
ese León de la tribu de Judá, que ruge desde las alturas, que ejecuta justos
juicios; Es una especie de contraste entre un Dios el cual su esencia es amor,
pero también puede manifestarse como fuego consumidor.
Nada es casualidad. El
mensaje de estas distintas manifestaciones del Altísimo es: Disfruta de mis
promesas y beneficios, pero no abuses de mi gracia y misericordia- ¡No me
subestimes y témeme!
Hay que reaccionar
correctamente ante las circunstancias, reconociendo la manifestación Divina del
Padre para ese momento, sin teología triunfalista o fatalista; Sino entendidos
de la condición de un pueblo o persona, y la reacción del Eterno ante esto.
Existen personas que
parecieran vivir en un universo paralelo o en una utopía imaginaria de la
realidad que se está viviendo. Ciertamente hay que hablar el lenguaje de la fe,
pero de una fe que no niega la realidad y reconoce el pecado junto con la
necesidad de un arrepentimiento para activar los milagros en el mundo
sobrenatural del Señor.
Dice Apocalipsis 5:6,7 Entonces
uno de los ancianos me dijo: No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la
Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos. Miré, y vi
entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un Cordero,
de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete
Espíritus de Dios enviados por toda la tierra.…
La revelación de
Jesucristo por medio del Espíritu Santo nos llevará a conocer el carácter del
Padre. Jesús dijo: El que me conoce a mí, conoce al que me envión.
A lo largo de las
Escrituras, Dios se dedica a la aplicación de metáforas e ilustraciones para
contextualizar el relato de la verdad o el principio eterno. Y cuando el
Cordero se convierte en Entendemos que el Cordero que fue inmolado regresa como
el León que reinará. El Cordero sacrificado se convierte en un León reinante. Seamos
un poco más profundos en esto: El “Cordero de Dios” es un título asociado con
la primera venida del Señor, mientras que el “León de Judá” señala a Su Segunda
Venida.
El sigue siendo el
Cordero sufriente (por las almas que se rehúsan a rendirse a sus pies) aunque
victorioso. Dicen las Escrituras: El
Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la
sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza…Al que está sentado
en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por
los siglos de los siglos . Apocalipsis
5:12-13.
Pero mientras más se
acerca la venida del Señor, más se muestra como León conquistador. Para muestra
Oseas 11:10-11 “El Señor rugirá como león; rugirá, y los hijos vendrán temblando desde
el occidente. Como ave acudirán velozmente de Egipto, y de la tierra de Asiria
como paloma; y los haré habitar en sus casas, dice Jehová”. Este es el
significado profético.
Aprópiate de los
beneficios de la sangre derramada por ese Cordero inmolado; Pero a su vez,
reconoce el rugido del León, que viene impartiendo juicios y llamando a
santidad. No te escandalices ni te sorprendas de los acontecimientos actuales,
ni mucho menos te confundas con los movimientos del brazo de Dios, porque sobre
todas estas cosas: El Cordero y el León “ya han vencido”.
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