Si hay algo que nos dará
solidez, identidad, fortaleza espiritual y seguridad en la vida, es conocer al
Dios a quien servimos y Su Palabra.
Las veces que he pasado
por tribulaciones o que han querido manipularme, sugestionarme o imponer cosas
fuera de orden; Lo que me ha dado luz, fortaleza y seguridad para reaccionar
ante eso: es lo que dice “el Dios que yo conozco”. Y aunque sé que me falta
mucho por conocer de mi Padre, he entendido que cuando me quieran pintar de
biblia algo que me hace ruido; no doy respuesta antes de ir a Cristo para que
me haga ver Su verdad al respecto.
¡Discernimiento ante
todo!
A veces olvidamos, o
quienes tratan con nosotros olvidan, que tenemos “una cabeza para pensar por
nosotros mismos”, y que toda la profundidad y sustancia que necesitamos para
seguir siendo transformados, no está en las presiones de afuera, sino en esos
tiempos de oración y escudriñamiento de las Escrituras.
No que nuestras
experiencias en el transitar diario no nos enseñen; todo lo contrario…Mientras
más conocemos a Dios y a los hombres, mayor y más fuertes deben ser nuestras
convicciones de quien somos en Cristo y las crudezas de la vida- De hasta donde
es el Señor que está en el asunto, y a partir de dónde comienza el hombre a
querer jugar con nuestro pensamiento, sentimiento y conducta.
Esto no es una invitación
a sospechar de todos o ser unos rebeldes sin causa; Más bien es un llamado a
madurar en Dios y dejar de permitir que otros piensen y decidan por nosotros.
Porque somos nosotros mismos quienes daremos cuenta al Creador por lo que
hicimos o dejamos de hacer.
Pablo nos dejó excelente
ejemplo como un ministro aprobado que no usaba estrategias humanas para llegar
al corazón del hombre.
En 1 Corintios 2:1-5 Pablo no responde desde una posición de poder
sino de una impresionante sinceridad y vulnerabilidad: «Cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con
excelencia de palabras o de sabiduría.... Estuve entre vosotros con debilidad,
y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras
persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y poder,
para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el
poder de Dios»
Vamos a crecer, a
fortalecernos en el hombre interior, a dejar esa sumisión excesiva que no
glorifica al Eterno. Por aquello que dice la biblia. Cuando ya fui hombre, dejé
todo aquello que era propio de un niño.
Y por último te recuerdo:
Somos llamados a depender de Cristo. Y él no impone nada, simplemente nos pasa
por su escuela y se nos revela llevándonos de la mano para que conozcamos cada
una de sus verdades absolutas.
Solo a él sea la gloria,
por los siglos de los siglos.
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