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lunes, 27 de octubre de 2014

¡A Cuidarnos de las Ambiciones Mal Sanas!


Éxodo 20:17 "No codiciarás la casa de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo"

Los seres humano por lo general realizamos actividades apuntalando al surgimiento de nuestras vidas, y es legítimo. 
A algunos Dios los ha sacado de lo vil y menospreciado y les honra, les da dones talentos y los coloca en lugares de eminencia para avergonzar a los que se creen muy sabios- la biblia lo dice.
Unos surgen de lo más bajo, otros corren con la bendición de ser ricos de cuna y otros son del lote que se conforma con lo que tienen o lo que le den.
El problema surge cuando se haya ese vacío que es el producto de apartar el corazón del Señor, y nace "la codicia". El hombre comienza a desear intensamente posesiones que no le corresponde o pertenecen a otro; su actitud avara e ilegal le da la mano a la "envidia" que junto con ese conjunto de ambiciones mal sanas, trata de disfrazar todo de manera de hacer una jugada y quedarse con lo que no es suyo. 
Esta es una forma de egoísmo que germina en el corazón de los mal agradecidos e inconformes, como en la de los avaros e injustos, quienes invirtiendo sus lealtades y enfocados en las añadiduras han terminado en creerse la mentira de: "Yo me lo merezco". Dice Salmos 10:3 Porque del deseo del corazón se jacta el impío, y el codicioso maldice y desprecia al Señor.
Y no solo se puede codiciar carros, yates, casas o cualquier otro bien material... He visto como quienes hacen llamarse hijos de Dios, codician cargos ministeriales, dones espirituales, talentos y hasta pretenden usurpar la gracia especial de alguien. Mi pregunta es ¿Puede el brazo codiciar la pierna en sus funciones? ¡Pues así de absurdo es!
Cada quien tiene aquello por lo que se ha esforzado o por lo que Dios en Su misericordia quiso otorgarle. 
El Padre conoce el corazón de cada persona y sabe cuándo, cuánto y por qué da o deja de dar.
Revisemos nuestras motivaciones y vayamos al Eterno con corazón humilde haciendo la oración de: Proverbios 30:9 No me des pobreza ni riqueza; dame  a comer mi porción de pan no sea que me sacie y te niegue o que te menosprecie y robe.

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