Alabar es Lo Mejor
Salmos 34:1 Bendeciré
al Señor a todas horas; mis labios siempre lo alabaran.
Los creyentes a parte de haber sido
creados para la alabanza del nombre de nuestro Dios, fuimos llamados a ser
“portadores de buenas noticias y sal de la tierra”, y que esa actitud de fe y
entusiasmo debe permanecer en nuestras conversaciones “declarando Sus virtudes.
El salmista decía en: Salmos 51:15 Señor, abre mis labios, y publicará mi boca
tu alabanza.
Una vez Catalina, la esposa de
Martín Lutero, se vistió toda de negro, puso cara de apesadumbrada y se sentó
en la sala de su casa muy callada. Al verla su esposo le preguntó: ¿qué te pasa
mujer, por qué esa cara de luto? Y ella le respondió: Porque se murió tu Dios-
Nunca más te he escuchado alabarlo o dar una acción de gracias, solo escucho
que te quejas y solo manifiestas protestas y falta de fe. Eso hizo reaccionar a
aquel hombre de Dios, que sin darse cuenta y por sus palabras faltas de
entusiasmo, había llenado su hogar de un ambiente negativo, que por haber
dejado de alabar su vida había caído en un deterioro espiritual.
Existen circunstancias en las que
nosotros como cristianos debemos determinar asumir “la actitud correcta”. En
esta oportunidad (Salmo 34), el salmista David había decidido alabar a Dios
todo el tiempo, sea cual fuere la circunstancia. El entendió “Alabar a
Dios” era necesario y favorable. Esa alabanza al momento de la crisis, brota de
la convicción de que Cristo está al control, porque a pesar de lo negativo al
él no se le escapa nada de las manos. Es que, ¡Al alabarle y agradecerle, nos
recuerda Su grandeza! Su poder y presencia en nuestras en todo; y nos refuerza
la fe.
Es necesario que nos reconciliemos con
el “lenguaje del Reino de los cielos”, que está basado en “la alabanza”. Dice
en: Salmos 63:3-4 Porque mejor es tu misericordia que la vida;
mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida, en Tu nombre alzaré mis
manos. Pero no asumiendo esto como un acto mecánico sino como algo que
brote de alguien que conoce al Dios Grande y Todopoderoso.
Siempre estamos
esperando que el Señor nos bendiga y más si tenemos una necesidad urgente, pero
¿Quién piensa realmente en bendecir al Señor? Bendecir al Señor va más allá de
simples palabras, si nos ponemos a pensar llegaríamos a la conclusión que somos
tan insignificantes delante de él, que pareciera inconcebible el hecho de
bendecirle. Para bendecir a Dios, debemos convertirnos en un canal de Su Gracia
y Amor aquí en la tierra- Eso también forma parte de nuestra alabanza; por eso
podemos decir que indiscutiblemente sea cual fuere la circunstancia “Alabar es
lo mejor”: Porque cambiamos la atmósfera espiritual atrayendo Su presencia, nos
motiva a obrar en pro de ese Dios Soberano y salpicamos de fe y esperanza
nuestro entorno. ¡Alábale!
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