El Producto de la Buena Tierra.
Marcos 4:20 "Y otros son aquellos en que se sembró la semilla en tierra buena; los cuales oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, unos a treinta, otros a sesenta y otros a ciento por uno"
Este verso viene dado de la "Parábola del Sembrador", donde el mismo Jesús enseña que Su Palabra es la semilla y nosotros los cuatro tipos de suelo representados en cuanto a la manera en que reaccionamos al recibir esa semilla, y luego al momento de accionar respecto a esa palabra sembrada.
Me llama la atención que los considerados "buena tierra" no todos o quizás no siempre producen el cien por ciento de lo sembrado. Acá dice que la buena tierra, unos darán fruto al treinta, otros al sesenta y otros al ciento por uno...
Ese fruto es básicamente la manifestación del carácter de Cristo en nosotros- Lo que produce el Espíritu Santo en la vida de alguien que está entregado a Dios, llámese esfuerzo en el trabajo para los asuntos del reino, en su manera de dar, en sus reacciones ante situaciones injustas, ese fruto que brota cuando es tentado, el porcentaje de sus palabras para bendición, etc. Yo diría ¡Cuánto hay de Dios en su vida!
Regularmente nos enojamos cuando conocemos el potencial de alguien y sentimos que no está dando lo suficiente o no tiene sus prioridades en el orden correcto. Pero si meditamos en los porcentajes dados en esta palabra; entenderíamos que no es problema de la semilla y quizás tampoco de la tierra- A lo mejor eso fue lo que pudo dar en ese momento o lo que dispuso en su corazón.
Esto no es un llamado al conformismo en los frutos que hemos dado hasta ahora, sino a no juzgar de mala tierra a quien vea que no está dando lo que para usted debe ser lo correcto.
Lo primordial en todo esto es tomar en cuenta lo que dice: Juan 15:5 Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece unido a mi y yo unido a él da mucho fruto; Porque apartados de mi no pueden hacer nada.
Los hijos de Dios tenemos corazones diferentes y el Padre tiene un trato distinto con cada uno de sus hijos, porque conoce el corazón de cada uno de nosotros, pero igualmente siembra la semilla en todos.
Debemos estar conscientes que algunos corazones darán más frutos que otros y el fruto no siempre será el mismo; porque a pesar de ser buena tierra y tener Su ADN, somos todos distintos e igual El nos ama.
Lo principal es permanecer en El y esforzarnos cada uno en producir los mejores frutos.
¡Cada quien vele por sus frutos y cuanto dará!
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