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sábado, 28 de enero de 2017

Resultado de imagen para el quebrantamiento- biblia
Tengo muchos años en el evangelio, y a estas alturas de mi vida en Cristo he llegado a la conclusión de que: Si no fuera por todas esas veces en que las que fui “Quebrantada por el Señor”, no podría haber llegado la persona que soy. ¡Aunque les confieso que ser quebrantado, duele! Y en esos momentos de pleno dolor, jamás reconocí que era necesario, hasta después de salir de él.
El diccionario dice que quebrantar es: Romper de forma violenta una cosa dura, especialmente sin que lleguen a separarse del todo sus partes. Poner una cosa en estado o situación de que se rompa con facilidad.
Las etapas de dolor, frustración, rechazo, maltrato emocional, abusos, injusticias, etc. Las usa el Eterno para quebrantarnos y luego restaurarnos como vasijas más fuertes y resistentes. Y no que Dios sea malo o le guste vernos sufrir; Sino que como Creador soberano, sabe que nosotros no tendemos aprender de otra manera sino por medio de procesos duros…En aquellos que a veces pensamos que nunca podremos salir, por esa especie de agonía que experimentamos antes de volver a resucitar, pero bajo una condición más perfecta.
Y no me refiero a endurecer el corazón como medida de defensa para sentir menos el dolor, sino de dejarnos moldear así nuestro Alfarero deba aplicar mayor fuerza sobre nosotros, para hacernos dignos contenedores de Su gloria.
Si hay alguien de quien no debemos quitar la mirada, es de Jesús: Varón de dolores experimentado en quebrantos. ¡¿Quién más que él para entendernos cuando somos afligidos en nuestra humanidad!?
Dice Isaías 53:3 Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no le estimamos.
Nadie es tan atrayente como aquel que ha pasado por el proceso por quebrantamientos. Una persona obstinada y egocéntrica sólo puede atraer a los demás después de que Dios la quebranta. Veamos el caso de Jacob en el Antiguo Testamento. El luchó con su hermano desde que ambos estaban en el vientre de su madre; Era astuto, problemático y artificioso, aunque pasó por muchos sufrimientos durante su vida. Cuando era joven huyó de su casa y fue estafado por Labán durante veinte años. Su amada esposa Raquel murió cuando iban de regreso a casa, y José, el hijo que más quería, fue vendido. Muchos años después, su hijo Benjamín fue retenido en Egipto. “Jacob fue quebrantado por Dios una y otra vez”, y experimentó numerosos infortunios. Pero después de todos estos golpes ¡cambió! Durante sus últimos años llegó a ser una persona realmente transparente. ¡Cuánta honra se le dio en Egipto cuando se presentó ante Faraón y habló con él! ¡Cuán hermoso es este cuadro! ¡Cuán claras fueron las bendiciones que dio a sus hijos y nietos! Y todo gracias al quebrantamiento…
El fin de esa clase de tratos, es formar en nosotros ese tipo de hijos sensibles espiritualmente, que permanecen rendidos y sin resistirse a los designios del Altísimo (que no se creen víctimas de la gente ni del destino sino hijos formados por un Padre que quiere sacar lo mejor de ellos). Dios habita con los de corazón quebrantado, con aquellos que han hecho la decisión de doblegarse y ser sensibles a la voz del Espíritu Santo, para caminar con Dios de acuerdo a su Palabra- Entendamos que, contender con Él, lo que hace es retener el producto final de su obra maestra en nosotros.
Por eso hoy puedo afirmar que el quebrantamiento tiene grandes beneficios. Somos fortalecidos en el hombre interior, llevados a una gloria mayor, irresistibles a un Dios que nos dijo que no desecha a los de corazón quebrantado y espíritu humillado, y aptos para consolar a otros que pasan por aflicción.

Hay dolores necesarios, y este es uno de ellos. Porque seremos: Liberado de la vergüenza y de las trampas del maligno, perfeccionados en la humildad, sanados desde adentro, y preparados para la eternidad.

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