Si consideras que
estás pasando por un desierto, muévete bajo la nube. Y si estas en un tiempo de
paz, no te conformes con eso y déjate transformar para recibir mayor
revelación, bajo la nube en el Monte de la transfiguración que es símbolo de
intimidad en Su presencia.
Cuando el pueblo de
Israel peregrinaba por el desierto, ver “la nube” se trataba de una guía
sobrenatural en forma de columna; que iba delante de ellos para mostrarles el
camino por el que Dios les ordenaba marchar.
Cuando el Señor quiso
desbaratar el ejército egipcio, fue desde la nube que los miró, y que hizo
cundir el desorden en su campamento. La presencia gloriosa del Señor se
manifestaba frecuentemente en la nube, la «Shekiná»- «La gloria de Jehová apareció
en la nube». Fue justo una nube la que cubrió
el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Dios
dijo en una oportunidad: «Yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio». De Su nube podía surgir fuego que destruía a
los rebeldes y dirección hacia el camino para la victoria de sus hijos.
Dice Éxodo 13:21,22 El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para
guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a
fin de que anduvieran de día y de noche.…
Cuando esta nube iba delante del ejército de Israel, asumía la
forma de una columna, de modo que de día se parecía a una oscura columna de
humo que se elevaba hacia el cielo, y por la noche una columna de fuego, para
mostrar a todo el ejército qué dirección tomar. Puede imaginar el horror
de un espectáculo tan golpeado en el
corazón de los enemigos. Si un enemigo los perseguía la nube se movía
alrededor, y mostraba una cara caliente, ardiente al adversario. Si era de día,
la nube daba vueltas a una oscuridad impenetrable sobre ellos.
En estos tiempos la
nube y la columna son más vivenciales que físicas; Por eso sentimos que
literalmente la nube y el fuego de Dios se ausentan de ciertos lugares, donde
ni orando vuelven…Por lo que nos debemos mover para volver a caminar bajo la
nube de Jehová; no sea que nos hallemos sin dirección ni cobertura siguiendo a
hombres o cómodos en una zona de confort, y no bajo la cobertura Divina.
Debemos seguir la nube
y la columna enfocados en el destino sin distraerse con las inclemencias del
desierto y no conformarnos con lo que somos o sabemos, sino dejarnos
transformar bajo esa nube.
La nube y la columna
de fuego solo guiaban al pueblo de Israel en el desierto mas no a los millares
de habitantes que además existían en aquel entonces sobre la tierra… del mismo
modo hoy día esta nube y columna solo guían y son percibidas por aquellos que
han entregado su corazón a Cristo y cuyos ojos han sido abiertos a su
verdad. Aun cuando este privilegio no
puede ser comprado ni es negociable sí está a la disposición de todo aquel que
esté dispuesto a seguir por el camino del desierto. La buena noticia es que este desierto no solo
promete una faena extenuante y con seguras aflicciones, aquellos que deciden
seguirla cuentan con la promesa de Jesús quien ciertamente aseguró que en el
mundo tendríamos aflicciones que podemos confiar porque él venció al mundo.
Culmino este periodo
de reflexión invitándolos a tomar un tiempo en silencio para hacer una
evaluación de su vida. ¿Ha estado usted
siguiendo la nube de día y la columna de fuego en la noche? Tome ahora un tiempo para orar, ábrale su
corazón a Dios y permita que su Espíritu Santo hable a su vida de modo que
usted pueda encontrar el discernimiento, la guía y la fortaleza para levantarse
y entrar en el desierto en pos de la tierra prometida.
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