Mucho se habla de la importancia de la oración, pero poco se enseña a orar correctamente, y a jerecitarse en una vida intercesora.
Los discípulos de Jesús nunca le pidieron que les enseñara a dominar las mazas, o a caminar sobre las aguas, o a multiplicar los panes y los peces. Le dijeron: "Señor, enséñanos a orar".
Y no porque lo demás fuese menos importante ni primordial, sino porque entendieron que una vida de oración es la base para todo crecimiento espiritual y para poder dar frutos.
Jesús era un hombre de oración, y ese es el legado que dejó a sus seguidores. Así como no hay evangelio sin cruz; tampoco podría haber vida abundante en Cristo sin oración.
Dice Lucas 11:1 Una vez, Jesucristo orando en un lugar; cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.
Esto nos arroja luz para que entendamos que la oración va mas allá que hablar con Dios todo lo que nos nazca en el corazón; Hay que profundizar en ella y saberlo hacer correctamente- Sin vanas repeticiones, ni clamores fuera de Su voluntad, ni oraciones hechiceras cargadas de una especie de conjuros procedentes de un espíritu desalineado y un corazón contaminado.
Comencemos por leer las Escrituras para pedir al Señor en Sus propias palabras y según lo que nos ha prometido- Cada petición debía ser acompañada de un fragmento de La Palabra- Y así no seguiremos solo repitiendo lo que hemos escuchado en las oraciones de otros.
Hay que conocer el propósito de la oración, porque mientras no sepamos que la vida es una guerra, no prodremos saber la razón de la misma.
Dejemos que el Espíritu Santo nos dirija; Eso solo se puede lograr con sencibilidad espiritual y sumergidos en Él- Desconectandonos de todo vanal y terrenal.
Recordemos que el secreto de la oración es orar en secreto. Eso nos ayudará a evitar posturas farisáicas.
Jesús nos dejó con el "Padre Nuestro" un ejemplo de oración estructurada, pero no para que la recemos o para que encajonemos nuestras peticiones.
Porque habrá momentos donde el Señor solo querrá que le adoremos, y otros donde tendremos que entrar en guerra espiritual de una vez; Otros que tandrán un poco de todo, y hasta tiempos de ciencia donde el Padre nos mostrará cosas profundas para que sepamos la condición de la persona o lugar por el cual oramos, y que sea directo al blanco y eficaz nuestra petición.
Como el Señor nos dirija: Sin apuros, ni oraciones nerviosas, y mucho menos con esa metralleta de palabras que solo salen de la boca para afuera.
No existe una postura ni una fórmula mágica para la oracion. Algunos prefieren arrodillarse, otros levantar las manos, otros orar mentalmente, unos postrados o sentados, etc. Dios no responde a nuestras peticiones por la posición física o las palabras rebuscadas; Solo si pedimos conforme a Su voluntad con un corazón contrito y humillado, directamente al Padre, en el nombre de Su Hijo Jesucristo.
Necesitamos adorar y alabar al Eterno en todo momento; Vivir diariamente hablando con él y meditando en Su Palabra, aparte de los momentos a solas que tenemos para buscar Su rostro; Hay que pedir perdón con un arrepentimiento genuino por nuestros pecados diarios; Y pedir por todo y por todos- Menos por aquello que Dios mismo nos diga que: Por eso ni oremos; porque definitivamente nosotros no somos más buenos que Dios y no hay tiempo qué perder en peticiones absurdas y sin dirección Divina.
Hagámoslo con entrega, con convicción, y con una conexion real y personal con nuestro Padre Eterno. Entendiendo que Él también quiere hablar con nosotros.
Hay tiempo para todo, pero el tiempo de orar debe ser "Todo el tiempo".
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