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miércoles, 18 de noviembre de 2015


NO a la violencia.


Levítico 19:17 "No odiarás a tu compatriota en tu corazón; Ciertamente podrás reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en pecado por causa de él"

Últimamente la violencia está a la orden del día; vivimos en una sociedad donde se ejerce la ley del más fuerte, y se usa la fuerza física con el propósito de violar, dañar y abusar, como algo cotidiano...
Sabemos que la violencia es el arma de quienes no tienen la razón, y que los faltos de sabiduría solo se saben imponer a la fuerza. Pero los sabios e inteligentes debemos saber marcar la diferencia en medio de tanta perversidad y falta de temor a Dios; No debemos participar de su pecado ni ser igual a ellos- actuemos sin ira ni contienda, sin la ambición de aquellos acomplejados que siempre necesitan que se les dé la razón, por causa de su condición interna impura y perversa.
Dice 1 Juan 2:11 Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
La violencia trae ceguera espiritual- Es inútil hacer entrar en razón a alguien enajenado por este espíritu -Sólo con la autoridad de Jesucristo podrá ser libre- Las verdades dichas en amor, lo llevarán a abrir los ojos y a salir de la ceguera en la que estaba inmerso.
dice 1 Juan 2:9 El que dice que está en luz y aborrece a su hermano, aun está en tinieblas.
En oportunidades pensamos que podemos tomar el lugar de jueces, y desechamos o enjuiciamos a personas...y hasta las matamos en nuestro corazón, creyéndonos muy justos; pero eso genera más violencia tanto en el mundo físico como en el espiritual, por el rechazo y la acepción de personas. Nuestro papel es el de amar y orientar si nos dan la oportunidad. Si no, seguir orando por todos aquellos que necesitan que se les revele Jesucristo para que sean verdaderamente libres.
Desde que el mundo es mundo ha existido la violencia, pero en estos tiempos proféticos se ha incrementado por tanta maldad. Esta es la hora donde los hijos de Dios debemos fluir como pacificadores, llevando el amor del Señor sin estar a la defensiva ni caer en el terreno del enemigo.
Para finalizar les dejo Cantares 2:4 Él me ha traído a la sala de banquete, y su bandera sobre mi es amor.

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