La Homofobia.
Levítico 18:22 "No te acuestes con un hombre como si te acostaras con una mujer. Es un acto infame"
Por el acontecimiento de la aprobación del matrimonio homosexual en U.S.A, ha habido un bombardeo de dimes y diretes entre los que están a favor y en contra.
Nuestra posición como creyentes no es atacar al hombre, sino señalar lo establecido en la Palabra de Dios al respecto. No nos alarmemos porque aquel pecado sea diferente al nuestro. El deber ser es presentar la Verdad Divina junto con la salida, pero sin contender, porque la Biblia no es para eso.
Dice Génesis 1:27 Cuando Dios creó al hombre, lo creó a Su imagen; Varón y mujer los creó.
Homofobia es el temor a los homosexuales, pero este significado ha sido ampliado para incluir el odio hacia ellos.
El único temor que debe tener un cristiano en cuanto a los homosexuales, es que sufran eternamente por la decisión de rechazar el único medio de salvación- Jesucristo.
Así como Dios aborrece el pecado pero ama al pecador, debemos reaccionar Sus hijos ante esta desviación del diseño original del Señor.
Porque por lo general estas personas son victimas del mundo gay por: carencias afectuosas, falta de la figura paterna, abuso infantil o lineas de iniquidad familiar; Y lo que necesitan es ayuda, amor, guianza y restauración de su identidad sexual correcta.
El pueblo de Dios no debe levantarse en contra de los homosexuales sino en contra de la homosexualidad, porque nuestro fin es rescatar esas almas y los valores junto con los principios del Reino en la familia.
Evidentemente Dios rechaza la conducta homosexual, pero nuestra posición como Sus hijos debe ser amarlos y respetarlos como cualquier otro ser humano.
Dice 1 Corintios 6:9 ¿No saben que los que cometen injusticias no tienen parte en el Reino de Dios? No se dejen engañar, pues en el Reino de Dios no tendrán parte los que se entregan a prostitución, ni los idólatras, ni los afeminados, ni los homosexuales...
¡Por supuesto que nos carga que en países enteros se fomenten leyes en contra de la Ley de Dios! Pero nuestra lucha no es contra sangre ni carne. Debemos orar por ellos y fomentar lo que Dios ha establecido para los hombres, las mueres y la familia.
Atraigamos a las personas con esta tendencia a los pies de Cristo- No los ahuyentemos ... A fin de cuentas, El es el único que tiene el poder y la potestad de regenerar esas vidas y salvar sus almas.
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