¿Y Qué le Digo?

1 Pedro 2:9 "Pero ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del Rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. Y esto es así para que anuncien las virtudes de Dios, el cual los llamó a salir de la oscuridad para entrar en Su luz maravillosa"

Ocasionalmente, hermanos en la fe han venido a preguntarme: ¿Que le puedo decir a X persona que está pasando por determinada situación? o ¿Cómo le predico a alguien en este caso...? Y mi respuesta siempre es: ¡Háblale de las virtudes de Cristo!

Por mucho corazón que le pongamos o hablemos con un alto nivel intelectual sobre el tema, nadie será verdaderamente impactado y bendecido como con la Palabra transformadora de un mensaje Cristo céntrico, transmitida con amor y revelación.

Las herramientas que el Padre nos ha dado siempre son buenas, fluir en los dones es excelente; Pero el efecto deseado solo lo da "la revelación de Jesús a sus vidas" y el convencimiento que trae el Espíritu Santo.

Dice 2 Timoteo 1:9 Quien nos ha llamado con llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y la gracia que nos ha sido dada en Cristo Jesús desde la eternidad.

Todo lo que somos en el Señor, esta enfocado para que "Anunciemos Sus virtudes". Todo se trata de transmitir las Verdades Divinas con Unción Celestial para que el hombre pueda disfrutar plenamente del amor de Dios y le siga.

Depende de la pregunta que nos formulen o la necesidad que veamos: Hablemos de la forma en que El nos ama (porque nadie se puede resistir a Su amor), de Su soberanía, misericordia, imparcialidad, Su propósito, compasión, de Su carácter manso y humilde, que es un Dios que no nos abandona ni miente, que Cristo es nuestro abogado, que no puede ser burlado, etc.

Dice Mateo 11:30 Porque el yugo y la carga que les doy son ligeros.

La gente por lo general tiene una imagen distorsionada de quien es Dios, por eso debemos presentarlo tal cual es. Y para hacerlo debemos "Conocerlo y así darlo a conocer"; Pedirle a diario que se nos revele mas allá de lo que le conocemos. Una palabra dirigida por el Espíritu, acertada y Cristo céntrica, siempre será la mejor respuesta y el más grato bálsamo que podamos ofrecer a un alma sedienta.