El Día Malo.
Todos pasamos por "días malos". Ni siquiera los creyentes estamos exentos de esos momentos donde pareciera que el mundo se nos viene encima y todas las puertas se cierran o las cosas salen mal.
A pesar de que el pueblo de Dios fue llamado a vivir una vida de victoria y a vencer las adversidades con el consejo del Señor, Sus armas y estrategias; Habrá momentos en que los ataques del maligno y las adversidades vengan por todos lados y necesitemos clamar por el Pronto Auxilio del Padre, junto con la ayuda de Sus ángeles y aplicar una alta dosis de fe para no sucumbir ante las circunstancias.
El Salmo inicial indica, que justo en esos momentos, la ayuda del Señor viene por causa de nuestra oración para llevarnos a "Su escondite"- A una especie de bunker espiritual, para guardarnos de toda devastación que quiera acabarnos.
Dice Efesios 6:13 Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan resistir el día malo, y después de haberse preparado bien, manténgase firmes.
Nuestra parte en esos momentos fuertes: es mantenernos firmes en Dios, creyendo en Su poder para salvarnos, sin perder la paz, sostenidos en Su diestra de justicia, declarando Su Palabra, viviendo las verdades divinas, acorazados de fe y declarando lo que dicen Las Escrituras. Para resistir al maligno y encontrarnos con ese Padre que nos refugia en Su seno y abriga en medio de la tormenta.
Necesitamos resistir parados Sobre la Roca; sin renegar de Cristo ni dudar de Su amor y poder para librarnos.
Dice Salmos 17:8 Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme a la sombra de Tus alas.
No te sigas preguntando: ¿Por que o por qué a mi? Solo mantente preparado y aferrate al Eterno, para que todos los días vivas triunfante en Cristo.
No le creas al maligno sus mentiras ni cedas ante su intimidación- Háblale a él y a las circunstancias y diles: ¡Yo se que mi Redentor vive y en El tengo la victoria! Retroceda toda trampa del maligno, sea deshecho el plan del acusador y quitada toda piedra de tropiezo para mi bendición, en el nombre de Jesucristo.
¡AMEN!
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