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martes, 27 de enero de 2015

La Falsa Humildad.


Filipenses 2:3 "No hagan nada por rivalidad o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro mas importante que a sí mismo"

¡No nos engañemos! No todo el que habla en voz baja o agacha la cabeza es humilde, ni todo el que sabe quien es en Cristo y lo dice libremente es falto de humildad. No esquematicemos lo que es una humildad verdadera y auténtica, porque a ciencia cierta, viene siendo una evidencia de que Cristo es el rey de nuestro corazón y gobierna desde el trono de nuestro ser.
La humildad es una virtud interna que se refleja en lo externo, la cual Dios desea ver en Su pueblo.
Dice Colosenses 3:12 Como pueblo escogido de Dios... revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.
No se trata de poses fingidas o posturas religiosas, sino de una condición del corazón- Esa actitud que nos conduce a la sabiduría y diariamente catapulta nuestro "ego".
Quien anda con la careta de "falsa humildad" en su interior sufre de complejos y no ha hallado su identidad en Cristo; Trata de impresionar sobre todo a sus superiores para conseguir aprobación o reconocimiento pero desagrada al Señor.
Dice 1 Pedro 3:8 En conclusión, sean todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde.
El que es verdaderamente humilde, ha entendido que "Es acepto en el Amado", procura agradar a Cristo antes que a los hombres y se esfuerza cada día por perfeccionar esa humildad. Sabe quien es el en Dios, posee seguridad en el Padre, no siempre dice lo que sabe, ni se engancha en discusiones para que le den la razón...entre otras cosas.
No recuerdo haber leído una escena bíblica donde Jesucristo dejase de ser él mismo para ser aceptado y aparentar humildad; porque Su esencia en sí era humildad; a pesar de que muchos mal interpretaron Su autoridad como soberbia. Por algo nos dijo: "Aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón".
El que se sumerge a diario en el corazón del Padre, sale cada vez más limpio del orgullo y lleno de misericordia; sin temor al rechazo o a ser visto como débil. Y puede caminar con su frente en alto pero con su corazón rendido totalmente al Eterno.
Vamos a decidirnos por ser humildes "de verdad"; A fin de cuentas: Dios ama al humilde y resiste al soberbio.

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