Pidiendo ser Purificados.
Salmos
51:10 Oh Dios, ¡Pon en
mí un corazón limpio!, ¡Dame un espíritu nuevo y fiel!
Cuando nosotros nos
acercamos a Dios en una actitud de constricción y arrepentimiento, una de los
pasos que necesitamos dar es reconocer nuestro estado interno. Pero lejos esté
de esa declaración el “hacernos las víctimas” por nuestro mal proceder, porque
no vamos a hallar ni el perdón, ni el favor del Señor.
Cuando David hizo esta afirmación
en el Salmo 51, lo primero que le
pidió al Señor fue que “Creara en él un corazón limpio”. Notemos que no
desconocía la potencia de Dios como Creador, por eso le dijo “Crea”;
queriéndole decir: ¡prodúcelo de la nada por favor!
Referente a la palabra corazón, los
hebreos lo veían como el centro o la totalidad del hombre, donde se encuentra
asentado el carácter, la personalidad y la voluntad.
Luego continúa pidiendo “Renueva un
espíritu recto dentro de mí”: En esta afirmación la palabra “espíritu”, es
referente al alma: Donde están alojadas las emociones, pensamientos e
intenciones (estrechamente ligada al corazón). Y el salmista le pide “Renueva”,
es decir: Llévalo a un estado nuevo, puro y noble ya que nadie nace con un
corazón corrompido…
Englobando estos dos párrafos, el
salmista le está rindiendo “Su carácter” a Dios, con todo lo que eso implica. Había
decidido dejar sus bajas pasiones a los pies de Jesús. Todas sus relaciones
habían estado rotas por causa del pecado y aquel hombre estaba dispuesto a
restituir con Dios y con los hombres.
Alguien dijo: “Pecar produce
placer, el placer pasa, las consecuencias del pecado quedan; Obrar bien produce
dolor, el dolor pasa, los beneficios del bien quedan”.
Cuando descuidamos nuestra
comunión con el Padre, inevitablemente se desordenan las prioridades que
deberíamos tener como sus hijos y como consecuencia esto trae contaminación de
cuerpo, de mente y de espíritu. Necesitamos un cateterismo espiritual hecho de
por la mano del mismo Dios.
¿Ustedes saben lo que
es un cateterismo? Les explico: En algunos de los casos cuando se practica esta
intervención quirúrgica a personas que por largo tiempo sufrieron de niveles de
colesterol (grasa en la sangre) altos, debido a la mala alimentación y falta de
ejercicios. Esto los lleva al punto que obstruye las vías circulatorias (las
venas y arterias), y una de las consecuencias es que la persona comienza a
padecer de enfermedades cardiacas, debido a que la grasa de adhiere a las
paredes de las venas y engrosa el conducto por donde debe fluir el torrente
sanguíneo; y esta obstrucción hace que el corazón se vea afectado. Es allí
cuando se recomienda la operación llamada “Cateterismo”: Que se trata de introducir
un tubo hueco y flexible por una de las arterias principales hasta llegar al
corazón; y en su trayectoria va despegando esas adherencias, para que así la
sangre pueda irrigarse como debe ser. Al llegar al corazón, por ese mismo tubo
se agrega un líquido llamado contraste, que al hacer estudios con rayos X, hará
que se vea con más claridad en el estado en el que se encuentra este órgano.
El mismo efecto dañino
que hace la mala alimentación y la falta de ejercicios o sedentarismo, lo hace
el pecado en nosotros- nos va matando
silenciosamente al punto de enfermar nuestra alma y corazón hasta anularnos. Dice:
Romanos 6:23 Porque la paga del pecado es
muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro.
Este es un buen tiempo
para revisarnos e ir a Dios pidiendo nos renueve y nos ayude a perseverar en
una vida santa y consagrada a Él. Para mañana es tarde…
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