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jueves, 28 de mayo de 2015


¿Hijos o Perrillos?.


Mateo 27:15 "Ella respondió: Si Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos"

Los hijos de Dios, aunque no nos merecemos todo, gozamos de ciertos privilegios de los cuales no gozan las mascotas o los allegados a la casa.
Esta es la historia donde una mujer cananea vino a Jesús a pedir un milagro de liberación para su hija. Ella no era del pueblo de Dios, ni seguidora de Jesús y por ende tampoco hija de Dios...solo alguien que por conveniencia se acercó en un momento dado a buscar Su favor; y al final Jesús en Su misericordia se lo otorgó.
El Salvador no estaba denigrando a aquella mujer cuando le dijo: No está bien tomar el pan de los hijos y darlo a los perrillos. Sencillamente recalcaba Su compromiso directo con "los hijos" y señala que ellos son los que disfrutaban de ciertos privilegios ante el Padre.
Dice Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieren, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
Cuando tenemos clara nuestra identidad como "hijos de Dios", nos acercamos confiadamente al trono de gracia; Pero no con actitud de esclavo, perrillo, mendigo o simpatizante del cristianismo que solicita Su favor. El hijo tiene libre acceso a Sus brazos y confianza con su Padre, sabe que es legitimo heredero de Sus riquezas, no necesita asumir una posición de falsa humildad ante El, pero tampoco pedirle como quien da ordenes, ni nerviosos, inseguros, ansiosos, en rutinarias y repetitivas palabras, o como quien no merece estar con El o sin fe. 
El hijo sabe donde encontrar al Padre y que hacer para agradar Su corazón, entiende que no necesita que otro lo ayude a llegar a El y siente la seguridad de Su protección y bendición en todo.
Por lo tanto: ¡No vayas por migajas, siéntate a la mesa y come!
Dice 1 Juan 3:1 Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios.
Nosotros Sus hijos somos el fruto de Su amor, y nada que el Eterno ha pagado con el amor del sacrificio de Su Hijo, es para tenerlo lejano o carente, sino para rodearlo diariamente con Su Paternidad.
El único que te puede apartar de los privilegios de hijo eres tu mismo. 
Solo anda a abandonarte en Sus brazos de amor y protección, habla libremente con El, escucha Sus consejos y al salir compórtate como hijo legitimo del Gran Yo Soy, Rey de reyes, dueño del universo, Abba Padre, Soberano del mundo. 
Asumir la posición correcta es una dulce bendición que nos proporciona seguridad, madurez y estabilidad.

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