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viernes, 11 de septiembre de 2015


Formados en carácter.


Romanos 8:29 "A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como Su Hijo, para que Su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos"

El sueño del Padre es que cada uno de Sus hijos se parezcan a su hermano mayor- Jesucristo.
A veces nos preguntamos, por qué el Señor nos permite convivir entre gente tan difícil, y hasta nos llegamos a sentir victimas de sus maldades. Pero recordemos que El nos advierte como discípulos, nos envía como ovejas en medio de lobos; Y debemos ser mansos como palomas y astutos como serpientes.
El Señor permite cada una de estas situaciones para "Formar nuestro carácter".
La palabra carácter tiene su raíz en el latín: Y se trata del hierro candente con el que marcan a los animales para distinguirlo de los demás y saber a quien le pertenece. Por lo tanto, el carácter es como la marca de calidad de un cristiano.
Dice Romanos 12:2 No vivan ya según los criterios del tiempo presente, al contrario, cambien su manera de pensar para que cambie su manera de vivir...
Alguien dijo: Los hábitos de una persona son el carácter real. Es justamente nuestro carácter lo que somos verdaderamente- No lo es la apariencia externa sino nuestra realidad interior. Y es probado cuando somos tentados a bajarnos de la cruz para tomar la justicia por nuestras manos y reaccionar en la carne haciendo las cosas a nuestra manera.
Dice Efesios 4:24 Revístanse de la nueva naturaleza creada a la imagen de Dios y que se distingue por una vida recta y pura, basada en la verdad.
El desarrollo de un carácter maduro y equilibrado solo se logra con la ayuda del Espíritu Santo, siendo: disciplinados, persistentes, pacientes, comprometidos; vaciándonos de nosotros mismos para llenarnos de Dios y caminando en amor (que es el único que cubre multitud de faltas).
No reaccionemos explosivamente ni seamos susceptibles, pero tampoco nos convirtamos en seres apáticos....Hagamos lo que haría Jesús en nuestro lugar.
Si en verdad queremos que el sueño del Padre se cumpla en nuestra vida, comencemos por rendirnos a diario bajo Su poderosa mano, muriendo cada día como decía el apóstol Pablo, y abrazando Su Verdad; Para que podamos reflejar a Cristo con nuestra vida, en cada acción, obra, gesto y reacción.

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