Reconoce lo que eres.
Miqueas 6:8 "Que es lo que Jehová esta pidiendo de vuelta de ti sino...ser modesto y andar con tu Dios"
En la vida de todo creyente hay estándares legítimos entre la sensatez y la modestia, donde se pueden reconocer nuestras virtudes sin rayar en la presunción.
Saber quienes somos en Cristo, reconocer nuestros dones y talentos o afirmar personalmente para lo que somos buenos, no necesariamente es arrogancia o falta de humildad. Solo que tenemos que manejarlo sin robarle la gloria y el lugar de preeminencia a Dios, porque definitivamente sin El no somos nada...
En ocasiones podemos comunicar con sencillez de corazón lo que podemos hacer, para prestar ayuda o servir en el Reino; ya que no todos los lideres tienen la suficiente percepción para reconocerlo- Aunque al manifestarlo algunos podrían ser mal interpretados.
Dice Romanos 12:3 Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar; Antes bien, cada uno piense de si con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la fe.
Debemos cuidarnos de la falsa humildad basada en poses y poca transparencia, mientras el corazón está cargado de altivez de espíritu.
Busquemos el equilibrio para hallar madurez espiritual y emocional, y así ser libres de movernos y expresarnos como el Señor manda.
Dice Filipenses 2:3 No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que el mismo.
Tener una clara identidad en Cristo, hace que opinemos de nosotros con sobriedad, reconociendo que nuestra valía proviene de El, sin caer en vanidad.
La biblia señala que la sabiduría está con los modestos; por lo tanto el recato y el respeto deben ser características intrínsecas en un hijo de Dios.
Solo con esa seguridad y temor al Señor, podremos caminar con seguridad y sin miedo a ser subestimados- Sabiendo quienes somos, pero sin mirar a nadie por encima del hombro.
Tu eres lo que el Padre dice que eres y tienes todo lo que por Su gracia te ha otorgado, lo reconozcan o no los hombres.
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