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domingo, 6 de septiembre de 2015


Ganar Perdiendo.


Marcos 8:35 "Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará"

En la vida nos conseguimos o convertimos en personas "competitivas"; Y como manejamos algunas Verdades Divinas o tenemos cierto grado de madurez, siempre queremos que la gente o las circunstancias nos terminen dando la razón por aquello que somos "mas que vencedores"- Termino mal usado en este caso.
Pero necesitamos entender que el fracaso en ocasiones tiene un valor intrínseco que trae consigo una lección que nos dice: No te las sabes todas, te falta por aprender, acepta tus errores, se humilde, no te desgastes en cuestiones de la carne, etc.
A veces hay que guardar silencio aunque tengamos mucho que decir o sepamos que tenemos la razón; Retirarnos en lugar de enfrentar una batalla estéril; Y hasta pasar por tonto a pesar de saber quienes somos en Cristo y que la otra parte está equivocada- Hay tiempo de pelear y tiempo de paz.
Dice Job 2:4 Pero el acusador respondió al Señor: Mientras no lo tocan a uno en su propio pellejo, todo va bien. El hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida.
En ciertas oportunidades por quedar bien ante nuestro Dios, aunque quedemos mal ante los hombres, debemos hacer cosas que nos cuesten la burla y hasta la reputación. No se trata del qué dirán, lo importante en todo esto es la salvación de nuestra alma.
Dice Salmos 49:17 Porque nada se llevará el hombre cuando muera, ni su gloria descenderá con el.
Tu victoria y tu ganancia, deben girar en invertir tu vida haciendo la voluntad del Padre. No podemos vivir ni para complacer nuestros deseos de poder ni para encajar en la demanda de los caprichos de este sistema corrompido.
La promesa del Eterno es brindarnos "paz" en medio de este mundo tan competitivo y con el sistema de valores invertido. Eso es lo que nos llenará de vida, satisfacción y relax... Cuando seamos como ese grano de trigo, que para dar frutos, antes debe quedar solo y morir.
La regla de oro del "hombre espiritual" es: Da todo lo que puedas, siembra tu alma en el Reino, no dejes de vivir para Cristo. 
Así que alégrate y guarda tu unción y energías para pelear las batallas correctas.

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