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lunes, 14 de septiembre de 2015


Temperamentos


1 Timoteo 1:7 "Pero Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio"

Siempre he afirmado, que Dios no cambia nuestra personalidad sino que transforma nuestro carácter.
Y queda de nosotros, conocer nuestro temperamento, para poder trabajar en función de nuestras debilidades y fortalezas; Y como valor agregado, comprender y aceptar al prójimo- Poder leerlo.
Cada temperamento debe estar controlado por el Espíritu Santo, y así en nuestra diversidad, reflejar a Cristo, pues nuestra característica resaltante debe ser la de un "hijo de Dios".
En pocas palabras: no hay excusa valedera por nuestro mal proceder, echándole la culpa al tipo de temperamento que poseemos...
Dice 1 Juan 3:10 En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.
A continuación resumo algunos temperamentos:
*Sanguíneo: es emprendedor, agradable, amistoso, soñador, optimista y sincero. Pero puede ser muy impulsivo, indisciplinado, exagerado, desenfocado y bullanguero.
*Colérico: de voluntad firme, visionario, eficiente, productivo, organizado y un líder nado. Aunque tiende a ser mañoso, obstinado, impredecible, difícil de complacer y sabio en su propia opinión.
*Flemático: es sereno, callado, con buen sentido del humor, hace preguntas al corazón, conservador y sabe trabajar bajo presión. Aunque podría tornarse despreocupado, conformista, desmotivado y temeroso.
*Melancólico: es persistente, ordenado, confianzudo, sacrificado, analítico y bien dotado. Pero ocasionalmente es ingrato, resentido, llorón, complicado y egocéntrico.
Dice 3 Juan 1:11 Amado, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios.
El Melancólico dice: Hagámoslo de la manera correcta. 
El Flemático: Hagámoslo de la manera fácil.
El Colérico: Hagámoslo a mi manera.
El Sanguíneo: Hagámoslo de la manera divertida.
Pero todo hijo del Señor, sea cual fuere su temperamento debe decir: Hagámoslo a la manera de Dios.
No olvidemos nunca que: Todo es en El, por El y para El.

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