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sábado, 4 de abril de 2015


La Tolerancia.


Efesios 4:2 "Que vivan con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor"

Hay momentos en nuestra vida en que tenemos los niveles de tolerancia en menos cero; Sea porque estamos cansados de los abusos de otros, porque la insistente opinión de una persona o un grupo es incorrecta o contraria a nuestra creencia, porque las criticas negativas nos hicieron llegar al tope, porque nuestras diferencias o preferencias chocan fuertemente con las de otros o sencillamente porque "no" estamos controlados por el fruto del amor de Dios como para soportar situaciones incómodas y poder convivir o aceptar esas situaciones o cosas que no son de nuestro agrado.
La pregunta de rigor es: ¿Hasta qué punto debemos ser tolerantes y cómo no pecar en todo lo que ese procedo implica? 
Comencemos por tomar a Jesucristo como nuestro ejemplo a seguir.
Dice Romanos 9:22 Dios, aunque tiene la voluntad de demostrar Su ira y de dar a conocer Su poder, toleró con mucha y gran paciencia vasos de ira hechos a propósito para la destrucción.
Ciertamente hay cosas "Intolerables" para nosotros los creyentes, pero la otra cara de la moneda es que no nos compete a nosotros aplicar nuestra justicia propia, pelear con nuestras fuerzas tratando de provocar el cambio y caer en el terreno del enemigo o matar gente en nuestro corazón porque no le toleramos. Nuestra posición como cristiano maduro es actuar bíblicamente: Llenarnos del amor de Dios e ir a conversar a solas comunicando a la persona nuestra incomodidad ante la situación, ir con un testigo o dos si persiste en su posición, y darlo por gentil y publicano (desecharlo o echarlo a un lado sin engancharse o desgastarnos) si insiste en su mala actitud a pesar de que nosotros hemos tratado de mediar...
Los hijos de Dios espiritual y emocionalmente saludables, gozan de buena autoestima y salud emocional porque tienen su identidad en Cristo bien plantada, y no necesitan humillar, denigrar, maltratar, discriminar ni ser descortés con nadie para imponerse. En cambio, los agresores emocionales disfrutan tratando de amedrentar y sienten que tienen poder sobre aquellos que reaccionan como sumisos o agresivos porque le dan la atención o importancia que ellos buscan. 
Dice Eclesiastes 7:8 Mejor es el fin del asunto que el comienzo; mejor es la paciencia de espíritu que la altivez de espíritu. 
Pidamos al Eterno mucho amor, paciencia y sabiduría para aumentar nuestra tolerancia o para manejar los eventos donde esta se ve amenazada; Recordando siempre que no somos jueces de los fallos ajenos. 
Aceptemos a nuestro prójimo tal cual es, con sus puntos de vista diferentes y sus errores. Manejemos el conflicto con misericordia, amor y oración- A la manera de Jesús. Pero también coloquemos limites a los agresores buscando la estrategia correcta en la presencia de Dios. 
No olvidemos que todos estamos siendo perfeccionados y a veces somos nosotros quienes necesitamos ser tolerados.

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