Escondidos en Cristo.
Colosenses 3:3 "Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios"
Cuando resucitamos con Cristo, lo hacemos luego de haber accedido al pacto de morir para nosotros y vivir para El, y así obtener la revelación del propósito para cada una de nuestras vidas. Y parte de esa metamorfosis nos conduce a estar "Escondidos en Cristo"- Colocándonos en Su lugar secreto y reservado, para cubrirnos y que permanezcamos en intimidad con El, más cerca de Su corazón.
No se refiere a que nos aísla y dejemos de ser luz, sino de colocarnos en un lugar de exclusividad solo para El; Nos reserva y asegura bajo Su salvación.
En una oportunidad, el Señor le dio la orden a Su pueblo, en un momento puntual de juicio, persecución y peligro, para que se recogieran por un momento.
Es legítimo entonces ocultarse por orden Divina en determinadas ocasiones.
Dice Isaias 26:20 Ven pueblo mío, entra en tus aposentos y cierra tus puertas; escóndete por un poco de tiempo hasta que pase la indignación.
En oportunidades Dios te esconde porque te pueden hacer daño física o espiritualmente, y como un Padre protector da la cara por ti. A veces te puede sacar de una cobertura y te da otra porque te está protegiendo de la muerte; porque Su deseo es que permanezcas escondido en Su voluntad así el hombre no lo entienda, El nos asegura en la paz y el refugio Suyo.
Dice Salmos 27:5 Porque en el día de la aflicción, El me resguardará en Su Morada; en el amparo de Su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto sobre una roca.
En medio de todo esto y como requisito indispensable, hay que morir al viejo hombre para entrar a Su escondite- No podemos esquivar la cruz para llegar a ese lugar de refugio que nos tiene reservado. Se trata de una entrega completa con todos los proyectos, intenciones y opiniones.
En lo mas íntimo y Secreto de Su habitación, donde nos esconde por medio de Su preciosa Sangre, la cual nos da acceso a través del velo abierto; es donde nos ministra y le adoramos- El nos preserva y prepara para luego usarnos para alabanza de Su gloria.
No entramos en la hendidura de La Peña, al hoyo de Su mano o a lo reservado de Su morada fortuitamente, sino que fuimos llevados por el mismo Rey para así prepararnos para Su Reino.
¡Oh, Gracias Padre!
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