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sábado, 25 de julio de 2015


Corazón Entregado.


Salmos 51:17 "Los sacrificios para Dios son un espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado, no lo desprecias Tu, oh Dios"

Si hay algo en lo que insisto, es en cuidar la condición de nuestro corazón; Porque de él emana lo bueno y lo malo, y de su estado ante el Padre depende nuestra Salvación. Pero el común denominador, es que a lo largo del camino "lo descuidamos" y andamos creyendo que estamos bien y son los demás quienes están mal.
El verso inicial tiene 3 palabras claves que nos indican la condición correcta en que debe estar nuestro interior: "Un espíritu quebrantado y un corazón contrito y humillado".
Quien accede a quebrantar su espíritu ante el Señor o a dejarse quebrantar por Dios mismo, es aquel que se entrega sin reservas al proceso del Alfarero para ser desecho y sacar de él como barro un modelo mejor, aunque duela; Y no resistirse a tratos futuros donde requiera nuevo quebrantamiento.
La condición de doblegarse ante el Padre con un corazón contrito y humillado, no es otra cosa que experimentar un verdadero arrepentimiento diariamente ante Su demanda de santidad e integridad, con el propósito de no volver a recaer en lo mismo nuevamente. Es vivir con una actitud humilde ante Dios y ante los hombres, cuidándonos de llegar al punto de creer que nos las sabemos todas y que tenemos siempre la razón- Es guardar el corazón sobre todas las cosas.
Dice Salmos 38:17 Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu.
No confundamos esto con andar llorando por la culpa o en mostrarnos sentimentales pero sin mostrar ningún tipo de cambio; Se trata de ser genuinamente espirituales, maduros y determinados a ser como Jesús.
La única garantía de una amistad sana y fluida con el Eterno, es mostrando fidelidad a El y velando por nuestra condición interna. Porque ciertamente el Padre está enojado con aquellos que se creen buenos y justos, pero realmente son sepulcros blanqueados.
Dice Isaias 57:75 El Alto y Majestuoso que vive en la eternidad, el Santo, dice: Yo vivo en el lugar alto y santo con los de espíritu quebrantado y humilde. Restauro el espíritu destrozado del humilde y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido. 
Nuestros corazones deben "arder por agradar al Señor". Ser corazones que no busquen su propia gloria sino la de Cristo, corazones que anhelan ser conforme al Suyo. 
Aun hay tiempo para arrepentirnos- Vamos a ponernos a cuentas con Dios. Si le amamos verdaderamente, guardemos Sus mandamientos;Vamos a demostrarle que nos importa agradarle, vamos a alegrar Su corazón.

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