La Decepción.
1 Samuel 16:1 "Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuando lloras a Saúl habiéndolo yo desechado para que no gobierne en Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven; Te enviare a Isaí a Belén, porque de sus hijos me he provisto un rey"
Una de las situaciones inevitables de la vida, es la de enfrentarnos con "decepciones". Pasa porque por lo general tenemos expectativas muy altas de lo que recibiremos de los demás, o porque colocamos la esperanza en el hombre, y también porque damos con la esperanza de recibir de la misma manera de esa persona.
El común denominador, es que después de experimentar una decepción, los hombres tienden a endurecer su corazón con todo el mundo...y pagan justos por pecadores- Pero debemos entender que eso no es lo correcto como hijos de Dios que fuimos llamados a guardar nuestro corazón.
Este duro proceso se convierte en una prueba para el orgullo del hombre y su necesidad de ser retribuido o reconocido por igual.
Dice Eclesiastes 9:11 El tiempo de sucesos imprevistos nos acontecen a todos.
Por eso las decepciones llegan sin previo aviso y nos sorprenden por quien nos la causa.
Es necesario que sembremos y hagamos bien con la motivación de agradar el corazón de Dios, sin mirar a quien; Así, el Señor mismo nos dará la recompensa si no desmayamos en la siembra continua.
Nosotros mismos en ocasiones también fallamos y decepcionamos a otros, por eso debemos tratar a aquellos que incurren en esas faltas con el mismo amor y misericordia que deseamos ser tratados cuando causamos dolor, decepción o descontento. Porque pasar por alto la falta es parte del carácter de los ciudadanos con cultura de Reino, personando y soltando, para que Dios se encargue de ellos. Porque ni somos jueces, ni podemos tratar de usurpar el lugar del Espíritu Santo quien es el que convence al hombre de pecado; Ni el del Padre quien es el que disciplina. ¡Dejemos que Dios actué a Su manera, cuando quiera!
Dice Proverbios 13:12 La expectación pospuesta enferma el corazón.
Evidentemente, no podemos devolver esa confianza que habíamos brindado de inmediato porque la confianza se gana, no se regala; Pero por nuestra salud espiritual y pureza de corazón, debemos seguir amándolos y bendiciéndolos.
Nuestra esperanza, expectativa y confianza deben estar depositadas totalmente en el Eterno, porque definitivamente nuestra recompensa viene del cielo.
Nuestro Padre bueno, nunca nos decepcionará ni nos fallara- Su carácter inmutable y fiel permanecen intactos respecto a cada promesa que ha hecho a Sus hijos;
Allá arriba en el cielo hay una corona para ti y para mi, que la adornan con una diadema u otra piedra preciosa, cada buena acción, buena obra, cada acto de obediencia y cada batalla ganada en Su Nombre. No pierdas la Esperanza, y recuerda que: "Todo es en El, por El y para El". Simplemente aprende, madura y crece; Todo es parte de una escuela para ser pulidos en el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario