Escucha a Dios.
Mateo 4:4 "...No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"
Todos de una forma u otra tenemos la necesidad de escuchar la voz de Dios; Sea para una respuesta o guía, despejar una duda, buscar Su consejo y dirección o para entender algo que no logramos ver desde nuestra perspectiva.
La frase "Toda" palabra que sale de la boca de Dios: denota una función presente continua- Es decir, que el Padre habla siempre y ese debe ser nuestro pan diario.
Pero sucede que a veces, nuestro corazón está endurecido y no queremos escucharlo porque "no" estamos dispuestos a obedecerle. Colocamos barreras y nos cerramos al mensaje Divino, por orgullo queriendo que las cosas se hagan a nuestra manera; Por miedo a oír una reprención de Su parte; O por amargura, cuando aferrados al dolor o rencor, nuestro corazón se incapacita para escuchar Su voz.
Dice Santiago 1:21 Quiten de su vida todo lo malo y lo sucio, y acepten con humildad la palabra que Dios les ha sembrado en el corazón, porque tiene el poder de salvar sus almas.
El primer requisito para quitar la "sordera espiritual" es renunciar al orgullo, la rebeldía y la auto suficiencia. Pues la humildad es la única llave que abre la mente y el corazón para escuchar a Dios.
Dice Juan 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen.
Samuel, escuchó la voz de Dios, pero no le reconoció hasta que fue instruido. Gedeón tuvo una revelación física del Señor, y aun así dudaba de lo que había escuchado al punto de pedir una señal. Pero nosotros tenemos algo que ellos no tenían: "La biblia completa", que nos enseña, redarguye, corrige e instruye; Y nunca nos dirigirá contrariamente a lo que el Eterno ha establecido o prometido.
Asegúrate de pasar tiempo de calidad en oración, escudriña las Escrituras y estate quieto en Su Presencia, y te sera fácil reconocer Su voz y guía.
Su Espíritu hablará a tu conciencia mediante circunstancias, personas- Ejercitando tus sentidos espirituales, aprenderás a reconocer cuando es El quien habla, siempre con el compromiso de "Obedecerle".
Bájale volumen a la voz del mundo para que puedas escuchar con claridad la voz y el sonido del cielo.
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