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miércoles, 28 de octubre de 2015


La Obediencia.


Deuteronomio 30:15,16 "Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella"

La obediencia es la verdadera prueba de nuestro amor a Cristo y el secreto para descubrir Su voluntad para nuestras vidas. Ella determina si andamos en camino de vida o de muerte.
Este es un tema muy predicado pero con poca receptividad o popularidad, porque se ha abusado de este concepto para manipular a que se cumplan antojos del hombre y cosas con respecto a la Ley Mosaica. Cuando la realidad es sencilla: "Obedecemos" cuando metemos en una balanza a quien queremos complacer, si al Padre o a nosotros mismos y se inclina hacia nuestro Dios.
Dice Jeremías 7:23 Dios dice: Lo que les ordené fue lo siguiente: Obedezcanme. Así yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Compórtense de acuerdo a todo lo que yo les ordené, a fin de que les vaya bien.
La verdadera obediencia dentro del marco de la Palabra del Señor es una garantía inalterable para nuestra bendición, salud, prosperidad y paz interior. El Eterno siempre enfatiza que no se trata de sacrificios o actos extravagantes para ser visto de los hombres, sino que en la sencillez de Su dirección diaria, caminemos en rectitud y temor a Él, para complacerle y honrarle con nuestras vidas- Ese tipo de actos que demuestran nuestra fe, que le glorifican, que producen victoria y le demuestran nuestro amor.
Dice Juan 14:23,24 El que me ama, obedecerá mi Palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él. El que no me ama, no obedece mis palabras. Pero estas palabras que ustedes oyen no son mías sino del Padre, que me envió.
Quien dice amar al Altísimo pero no le obedece, en verdad no lo ama. Amar a Dios es obedecerle en todo porque la obediencia a medias es desobediencia. 
El desea que le obedezcamos partiendo del gran mandamiento: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; Y el principio de todo, es que Él sea el dueño absoluto de nuestro corazón, porque quien tiene nuestro corazón se convierte en el dueño de todo nuestro ser.

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