Lo Efímero de la Apariencia Sin Sustancia.
Proverbios 11:22
Como anillo de oro en el hocico de un
cerdo, es la mujer bella de poco cerebro.
Me llamó la atención
el apodo que le daban al joven hermano de una amiga- A aquel muchacho lo
llamaban “Ombligo”. Cuando le pregunté a ella porqué sus primos le decían así,
me respondió: Porque ellos dicen que es un inútil (ellos no eran creyentes).
Yo nunca había
reflexionado al respecto, pero en realidad el ombligo después que es cortado el
cordón umbilical y éste ha cicatrizado, queda ese hoyito en nuestro abdomen y
ya no sirve para nada más. Pues fíjese que de la misma manera piensa Dios de
una mujer hermosa físicamente, pero de poco cerebro, sin sabiduría y sin Cristo
como Señor de su vida.
Una mujer bella es “Aquella en cuya contemplación se
deleitan los ojos”. Pero Dios dice respecto a la belleza en: 1 Pedro 3:2-4 Considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea
externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o vestidos lujosos, sino el
interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y
apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque una vida
transformada habla con mayor fuerza y claridad que muchas palabras o adornos externos; Usualmente es el modo más eficaz de influir en un miembro de la familia o ante
la sociedad.
No hay pecado ni problema
alguno en ser bonitas o bien arreglarse y ocuparse en andar estilizadas y vestidas hermosas- El meollo está en “rendirle culto a nuestro cuerpo o a
nuestro físico”, y ser inútiles en las manos de Dios (vacías, huecas, sin
cerebro, indiscretas, sin inteligencia ni sabiduría) o desenfocarse imprimiendo mayor fuerza a la apariencia física.
“Necesitamos
hermosearnos de adentro hacia afuera”, nutriendo nuestro ser interior con todo
lo santo que viene de Cristo; Entonces él pondrá de Su Gracia en nosotras y
embellecerá nuestro rostro.
El incorruptible ornato del
espíritu del que habla: 1 Pedro
3:2-4 Se trata de una conducta casta
y respetuosa, de un espíritu afable y apacible.
Dice ese mismo texto que debemos ser Castas: esto quiere
decir que venimos de un linaje de gran estirpe (somos linaje de Dios- sus
princesas), que no se mezcla con nada y eso es lo que nos diferenciamos de los
demás por nuestras creencias y nuestra fe.
Otra característica es que debemos
ser Respetuosas: y esto no es otra cosa que una que actúa con respeto y
acata sus valores, normas y principios como creyente.
Otra virtud mencionada es
que debemos ser: Afables: que significa que sea el tipo de persona
agradable en la conversación y el trato, que se dé a conocer por la sabiduría
que trasmite.
También nos insta a ser: Apacibles: es decir, caracterizada
por ser una mujer de buen temple, mansa, dulce y tranquila.
Y por ultimo pero
no menos importante, recomienda que seamos: “De Incorruptible ornato del
espíritu”: Esto es lo que adorna espiritualmente a esa mujer, por brotar de
ella los frutos del Espíritu, que no se deja corromper por nada, que cultiva su
área espiritual y le da el lugar que le corresponde a Dios.
Podemos ser bellas por fuera sin descuidar nuestra
belleza interna. Es necesario que haya un equilibrio entre ambas: Una mujer arreglada
sin tildar en excesos- cuidando lo que comemos, ejercitándonos físicamente al
caminar todos los días y mantener una higiene personal adecuada. Pero sobre
todo: llena del Espíritu Santo y de la gracia de Dios que produce ese carácter
apacible y confiable. “Todo en su justo equilibrio”.
Una mujer hermosa agrada a la vista, una mujer virtuosa agrada el
corazón; La primera es una joya, pero la segunda es un tesoro.
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