Viviendo Entre Corruptos e Incrédulos
Tito 1:15 Para los puros todas las cosas son puras; pero para los que son
impuros y no aceptan la fe, nada hay puro, pues tienen impuro la mente y la
conciencia.
En ciertas oportunidades cuando estamos en confianza charlando con un grupo
de personas, muchos sentimos como que algunos de ellos hablasen en otro idioma.
¿No les ha pasado, que a pesar de hablar español igual que nosotros pareciera
que no lo usan bien o no hablan claro?… Y luego al hacer algún comentario ellos
o nosotros lo interpretamos de otra manera. Otras veces pasa que le dan hasta
un doble sentido a lo que decimos, y al revisar nuestras palabras y nuestra intención
del comentario nos damos cuenta que no tenía nada que ver con lo que ellos dijeron
entender. Verdaderamente, la mente es un universo de ideas y de modos de asumir
la vida que cada persona con sus
palabras terminan manifestando quien es en su interior.
Lo que ocurre es que cada uno anda en una sintonía o en un dial distinto.
Nos puede pasar tanto con incrédulos como con cristianos- Que andan en una onda
diferente a la nuestra- nos pasa con todo aquel que NO anda en el mismo
espíritu que nosotros. Y la contradicción o falta de comprensión entre nosotros
no siempre ocurre porque no sepamos expresarnos; también depende de la
condición delante de Dios respecto a nuestras conciencias.
Tito habla de dos tipos de personas:
“Los Puros y Los corrompidos e incrédulos”:
* Los puros: son aquellos que
guardan su mente solo para ocuparla en cosas admitidas por Dios (eso son como
niños en la malicia), practican la santidad y no tienen doblez en sus
principios y convicciones cristianas. Dice: Salmos 119:9 "¿Con
qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra". Vivir,
practicar y caminar según la Palabra de Dios y en comunión con él, es la única
manera de mantenernos puros. Dice: Salmos
24:3-4 "¿Quién subirá al monte
de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de
corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas ni jurado con engaño".
* Los corrompidos e incrédulos: vienen siendo aquellos que se dejaron
contaminar, donde ya las conversaciones corrompidas, palabras deshonestas y
chistes de doble sentido son normales para ellos. Generalmente son los que
nunca han conocido a Cristo y todo esto de apartar lo santo de lo banal les
parece una total gafedad sin sentido no les causa ni un mínimo cargo de
conciencia. Dice: Salmos 1:1-6 Feliz el hombre que no sigue el consejo de
los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los
que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella
medita noche y día. Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río,
que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace
le sale bien! Con los malvados no pasa lo mismo, pues son como paja que se
lleva el viento. Por eso los malvados caerán bajo el juicio de Dios y no
tendrán parte en la comunidad de los justos. El Señor cuida el camino de los
justos, pero el camino de los malos, lleva al desastre.
Estamos rodeados de gente que maneja sus propias filosofías de vida y cree
que se las sabe todas. Son gente en la que Dios no ocupa ni una milésima en su
conciencia. Todo esto es debido a que su conciencia esta cauterizada (quemadas,
achicharradas, fundidas, sin ningún tipo de sensibilidad para con Dios y lo
santo). Nuestros corazones vienen a ser filtros de lo que sube a nuestra mente,
entonces pasando por nuestra conciencia es posible percibir lo bueno o lo malo.
“Los Puros” aprenden a ver la bondad y la
pureza en medio de la maldad, y a practicar esa pureza. Pero “los Impuros” encuentran lo malo y la ocasión para la maldad
en todo, porque su mente y corazón pintan de ese color aun lo bueno que ven y
oyen.
No caigamos en el juego del enemigo uniéndonos a una vida de impureza y
coqueteo con el pecado, eso abre brecha para cosas peores y cuando nos venimos
a dar cuenta ya estamos en lo profundo del lodo cenagoso.
Las mentes aprobadas ante Dios, es lo que nos ayuda a conducirnos en el mundo
sin sucumbir ante la tentación. 2 Corintios 1:12 Porque
nuestra gloria es esta; El testimonio de nuestra conciencia, que con
simplicidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, mas con la gracia de
Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho mas con vosotros.
La sangre de Jesucristo limpie sus conciencias para que puedan vivir como
puros en medio de este mundo impuro.
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