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jueves, 6 de noviembre de 2014

Viviendo Entre Corruptos e Incrédulos



Tito 1:15 Para los puros todas las cosas son puras; pero para los que son impuros y no aceptan la fe, nada hay puro, pues tienen impuro la mente y la conciencia.

En ciertas oportunidades cuando estamos en confianza charlando con un grupo de personas, muchos sentimos como que algunos de ellos hablasen en otro idioma. ¿No les ha pasado, que a pesar de hablar español igual que nosotros pareciera que no lo usan bien o no hablan claro?… Y luego al hacer algún comentario ellos o nosotros lo interpretamos de otra manera. Otras veces pasa que le dan hasta un doble sentido a lo que decimos, y al revisar nuestras palabras y nuestra intención del comentario nos damos cuenta que no tenía nada que ver con lo que ellos dijeron entender. Verdaderamente, la mente es un universo de ideas y de modos de asumir la vida que cada persona con  sus palabras terminan manifestando quien es en su interior.
Lo que ocurre es que cada uno anda en una sintonía o en un dial distinto. Nos puede pasar tanto con incrédulos como con cristianos- Que andan en una onda diferente a la nuestra- nos pasa con todo aquel que NO anda en el mismo espíritu que nosotros. Y la contradicción o falta de comprensión entre nosotros no siempre ocurre porque no sepamos expresarnos; también depende de la condición delante de Dios respecto a nuestras conciencias.
Tito habla de dos tipos de personas: “Los Puros y Los corrompidos e incrédulos”:
* Los puros: son aquellos que guardan su mente solo para ocuparla en cosas admitidas por Dios (eso son como niños en la malicia), practican la santidad y no tienen doblez en sus principios y convicciones cristianas. Dice: Salmos 119:9 "¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra". Vivir, practicar y caminar según la Palabra de Dios y en comunión con él, es la única manera de mantenernos puros. Dice: Salmos 24:3-4 "¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas ni jurado con engaño".
* Los corrompidos e incrédulos: vienen siendo aquellos que se dejaron contaminar, donde ya las conversaciones corrompidas, palabras deshonestas y chistes de doble sentido son normales para ellos. Generalmente son los que nunca han conocido a Cristo y todo esto de apartar lo santo de lo banal les parece una total gafedad sin sentido no les causa ni un mínimo cargo de conciencia. Dice: Salmos 1:1-6 Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día. Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace le sale bien! Con los malvados no pasa lo mismo, pues son como paja que se lleva el viento. Por eso los malvados caerán bajo el juicio de Dios y no tendrán parte en la comunidad de los justos. El Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malos, lleva al desastre.
Estamos rodeados de gente que maneja sus propias filosofías de vida y cree que se las sabe todas. Son gente en la que Dios no ocupa ni una milésima en su conciencia. Todo esto es debido a que su conciencia esta cauterizada (quemadas, achicharradas, fundidas, sin ningún tipo de sensibilidad para con Dios y lo santo). Nuestros corazones vienen a ser filtros de lo que sube a nuestra mente, entonces pasando por nuestra conciencia es posible percibir lo bueno o lo malo. “Los Puros”  aprenden a ver la bondad y la pureza en medio de la maldad, y a practicar esa pureza. Pero “los Impuros”  encuentran lo malo y la ocasión para la maldad en todo, porque su mente y corazón pintan de ese color aun lo bueno que ven y oyen.
No caigamos en el juego del enemigo uniéndonos a una vida de impureza y coqueteo con el pecado, eso abre brecha para cosas peores y cuando nos venimos a dar cuenta ya estamos en lo profundo del lodo cenagoso.
Las mentes aprobadas ante Dios, es lo que nos ayuda a conducirnos en el mundo sin sucumbir ante la tentación. 2 Corintios 1:12 Porque nuestra gloria es esta; El testimonio de nuestra conciencia, que con simplicidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, mas con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho mas con vosotros.
La sangre de Jesucristo limpie sus conciencias para que puedan vivir como puros en medio de este mundo impuro.



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