Una Muerte Anunciada…
Proverbios 16:18 Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la
caída la altivez de espíritu.
Una de las áreas con las que más
trata Dios en nuestras vidas es con nuestro carácter. ¿Quién más que él que nos
conoce, para saber qué debemos cambiar y qué no? Pero tenemos áreas que se
resisten a ser domadas por nuestro Hacedor, porque las hemos convertido como en
un mecanismo de defensa para sentirnos invulnerables e impenetrables ante los
embates de la vida- creemos que si asumimos ciertas actitudes, los demás no nos
harán daño; y entre esas actitudes y mal
carácter que Dios quiere erradicar en nosotros está “la altivez”.
El diccionario bíblico describe La Altivez
o Soberbia son un deseo y pretensión de autosuficiencia y auto exaltación, es decir,
son la antítesis total a la humildad. Una de las características del altivo es
que no reconoce su dependencia del Creador o solo lo hace en ocasiones y mucho
menos reconoce la interdependencia.
Casi todos sabemos que no nos
conviene este estado, pero la realidad es que muchos creyentes pasamos por él. Regularmente
pasa cuando en cierta etapa de nuestra vida nos sentimos tan seguros y capaces o
vulnerables quizás, que nos vamos al otro extremo y perdemos la comunión con
Dios, llegando al punto que hacemos que la gente se aleje de nosotros. Dice: Salmos 138:6 Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de
lejos.
El orgullo y la altivez son la raíz
de todo conflicto, y es a lo menos que le prestamos atención para combatirlo.
Con esta posición de enaltecimiento nos sentimos superiores a los demás al
punto de tratarlos con indiferencia, como si no fueran dignos. El pensamiento
básico de las personas dominadas por esto es: “Yo soy mejor que tu” o “No te
quiero mostrar cuán vulnerable soy, por eso me muestro inquebrantable”.
Cuando Jesucristo llamó a sus
discípulos les dijo claramente, en: Marcos
9:35 Si alguno quiere ser el primero,
será el postrero de todos y servidor de todos. Si nosotros pretendemos ser
Sus discípulos, enmarquemos nuestro carácter en esta enseñanza. Los discípulos
en su posición de líderes religiosos eran propensos a tener la tendencia a
exaltarse o a ser engreídos por los privilegios que gozaban o por los talentos
o posiciones que ocupaban respecto a Jesús; Por eso el Señor sabiamente los
ubicó a tiempo.
Las características del Reino de los
Cielos y Su cultura para nuestras vidas son totalmente opuestas a las que
plantea esta sociedad y esta cultura. Este sistema como que les diera licencia
para maltratar y abusar de los demás, a los líderes o a los que están en eminencia.
Así que: No nos dejemos engañar, ese es el plan del príncipe de este mundo
“Satanás”; no olvidemos como Luzbel quiso ser semejante a Dios y poner su trono
por encima de Dios en base de engaños- así sedujo a Adán y a Eva en el huerto
del Edén. Dice: Proverbio 16:5 Abominación
es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará impune.
La altivez es como una máscara que
usan los débiles para no descubrir sus carencias o debilidades. Parecieran
triunfadores de la vida, pero la realidad es que ellos son personas altamente
fracasadas que necesitan exhibir sus talentos y ser vistos para sentirse
aprobados y queridos.
Cristo nunca anduvo con una pancarta
diciendo quien era o buscando gente para demostrarle Su poder; todo lo
contrario, la humildad siempre lo caracterizó y nunca lo enfermó el poder que
tenía. No trató a los demás como empleados sino como iguales a él, a pesar de
que estaba claro de quien era. La actitud correcta es ésta que resalta: Filipenses 2:3,4 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad,
estimando cada uno a los demás como superiores a el mismo, no mirando por lo
suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
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