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martes, 9 de diciembre de 2014

¿A quién Corregir?


Proverbios 9:8  Reprende al insolente y te ganarás su odio; corrige al sabio y te ganaras su aprecio.

Una de las áreas que me gusta ejercer el ministerio que Dios me dio, es la consejería; porque orientar por la Palabra a la gente es llevarlo a la libertad.
Cuanto leí este Proverbio por primera vez, sentí que mis ojos fueron abiertos a muchas interrogantes que me había hecho por largo tiempo; Y a raíz de haberlo entendido, comencé a tomar decisiones drásticas con gente que vivía en un círculo vicioso en el que venía a mí como parte de ese ciclo para que les dijera siempre lo mismo y ellos terminaran haciendo lo que se les daba la gana. A muchos, dediqué largas horas a escucharlos y limpié sus lágrimas… y con otros, les confieso, que siento que perdí mi tiempo. Dice: Proverbios 17:12 Es mejor toparse con un oso enfurecido, que con un necio atrapado en su necedad.
Algunos de nosotros como manejamos en cierta manera conocimientos puntuales de la Sagradas Escrituras, al ver a alguien allegado recurrir en un error, nos sentimos en la obligación de corregirlo y darle dirección en ese acto en particular a la luz de La Palabra. En oportunidades nos encontramos con una pared, en otras con sarcasmos y burlas o quizás se ríen a sus adentros de tal corrección, pero solo una minoría lo acepta con humildad. Pero la verdad, es que si la persona no la solicita mejor callamos y oramos…
Reprender es corregir, amonestar, dar un consejo a tiempo (no regañar con reclamos o insultos a voz alzada), es más bien un acto de amor, porque viene siendo una demostración de que quieres que esa persona sea o esté mejor. Comencemos por sacar este concepto de esa estructura religiosa rígida en el que lo han encajonado por tanto tiempo. Dice: Proverbios 27:5 Mejor es reprensión manifiesta Que amor oculto. Es algo como: si me amas, corrígeme como manifestación de ese amor.
No siempre nos vamos a encontrar con gente receptiva así sea creyente. Ahí dentro del pueblo de Dios y fuera, hay burladores e insolentes que de plano rechazaran la reprensión; sea por rebeldía o por abusos de la “religión” que han visto o experimentado.
Un necio o insolente: es esa persona ignorante que no sabe lo que puede o debe hacer, pero a su vez cree que se las sabe todas. Es terco en lo que hace y dice, ejecuta las cosas con presunción. El actúa con sospecha, juzga, hace conjeturas  y no se basa en los datos reales. Los necios desechan incluso el valor que Dios le da a las cosas, son gente que carece de un “espíritu enseñable”.
Otra cosa que debemos tomar en cuenta, es que hay personas a las que no debemos darle lo mejor de nosotros porque abusarán de esas cosas buenas. Dice: Proverbios 23:9 No hables a oídos del necio, Porque menospreciará la prudencia de tus razones. Pero tampoco debemos estar predispuestos, sino seguros si estamos dirigidos por el Espíritu Santo de Dios. A veces, los que parecen más duros son los más accesibles. Evaluemos ¿cómo lo abordaremos? No siempre solo es culpa de ellos el poner la barrera, a veces es nuestra falta de sabiduría o de tacto lo que los hace levantar sus mecanismos de defensa.

Esas exhortaciones o consejos que muchas veces damos, son producto del fruto de nuestra consagración a Dios, de los procesos por los que hemos pasado, del precio que hemos tenido que pagar con una vida devocional consistente para hallar sabiduría y madurez en Cristo; pero sobre todo, de lo que Dios nos revela para ese momento para la persona.
¡Nada les sorprenda si son burlados o abusados! Porque luego vendrán los lamentos por el rechazo a la reprensión. Dice: Proverbios 5:12-14 Y lamentes: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menosprecié la reprensión; No oí la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído! Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.

No perdamos la sensibilidad por el prójimo ni el tiempo con quienes no darán fruto, sembremos siempre el consejo de Dios en buena tierra- Con Su guía lo lograremos.

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