¿A quién Corregir?
Proverbios
9:8 Reprende
al insolente y te ganarás su odio; corrige al sabio y te ganaras su aprecio.
Una de las áreas que me
gusta ejercer el ministerio que Dios me dio, es la consejería; porque orientar
por la Palabra a la gente es llevarlo a la libertad.
Cuanto leí este
Proverbio por primera vez, sentí que mis ojos fueron abiertos a muchas
interrogantes que me había hecho por largo tiempo; Y a raíz de haberlo
entendido, comencé a tomar decisiones drásticas con gente que vivía en un
círculo vicioso en el que venía a mí como parte de ese ciclo para que les
dijera siempre lo mismo y ellos terminaran haciendo lo que se les daba la gana.
A muchos, dediqué largas horas a escucharlos y limpié sus lágrimas… y con
otros, les confieso, que siento que perdí mi tiempo. Dice: Proverbios 17:12 Es mejor
toparse con un oso enfurecido, que con un necio atrapado en su necedad.
Algunos de nosotros como manejamos en cierta manera conocimientos
puntuales de la Sagradas Escrituras, al ver a alguien allegado recurrir en un
error, nos sentimos en la obligación de corregirlo y darle dirección en ese
acto en particular a la luz de La Palabra. En oportunidades nos encontramos con
una pared, en otras con sarcasmos y burlas o quizás se ríen a sus adentros de
tal corrección, pero solo una minoría lo acepta con humildad. Pero la verdad,
es que si la persona no la solicita mejor callamos y oramos…
Reprender
es corregir, amonestar, dar un consejo a tiempo (no regañar con reclamos o
insultos a voz alzada), es más bien un acto de amor, porque viene siendo una
demostración de que quieres que esa persona sea o esté mejor. Comencemos por
sacar este concepto de esa estructura religiosa rígida en el que lo han
encajonado por tanto tiempo. Dice: Proverbios 27:5 Mejor es reprensión
manifiesta Que amor oculto. Es algo como: si me amas, corrígeme como
manifestación de ese amor.
No
siempre nos vamos a encontrar con gente receptiva así sea creyente. Ahí dentro
del pueblo de Dios y fuera, hay burladores e insolentes que de plano rechazaran
la reprensión; sea por rebeldía o por abusos de la “religión” que han visto o
experimentado.
Un necio o insolente: es
esa persona ignorante que no sabe lo que puede o debe hacer, pero a su vez cree
que se las sabe todas. Es terco en lo que hace y dice, ejecuta las cosas con
presunción. El actúa con sospecha, juzga, hace conjeturas y no se basa en los datos reales. Los necios desechan
incluso el valor que Dios le da a las cosas, son gente que carece de un
“espíritu enseñable”.
Otra cosa que debemos
tomar en cuenta, es que
hay personas a las que no debemos darle lo mejor de nosotros porque abusarán de
esas cosas buenas. Dice: Proverbios
23:9 No hables a oídos
del necio, Porque menospreciará la prudencia de tus razones. Pero tampoco
debemos estar predispuestos, sino seguros si estamos dirigidos por el Espíritu
Santo de Dios. A veces, los que parecen más duros son los más accesibles.
Evaluemos ¿cómo lo abordaremos? No siempre solo es culpa de ellos el poner la
barrera, a veces es nuestra falta de sabiduría o de tacto lo que los hace
levantar sus mecanismos de defensa.
Esas exhortaciones o consejos que muchas veces damos, son producto del
fruto de nuestra consagración a Dios, de los procesos por los que hemos pasado,
del precio que hemos tenido que pagar con una vida devocional consistente para
hallar sabiduría y madurez en Cristo; pero sobre todo, de lo que Dios nos revela
para ese momento para la persona.
¡Nada
les sorprenda si son burlados o abusados! Porque luego vendrán los lamentos por
el rechazo a la reprensión. Dice: Proverbios
5:12-14 Y lamentes: ¡Cómo aborrecí el
consejo, y mi corazón menosprecié la reprensión; No oí la voz de los que me
instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído! Casi en todo mal he
estado, en medio de la sociedad y de la congregación.
No perdamos la sensibilidad por el prójimo ni el tiempo con quienes no
darán fruto, sembremos siempre el consejo de Dios en buena tierra- Con Su guía
lo lograremos.
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