El Mundo Entero
No Vale Nada
Marcos 8:36 ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida?
Nosotros regularmente demostramos gran cuidado por las
cosas terrenales o materiales, como: nuestras pertenencias, nuestro dinero y
nuestras posiciones ante la sociedad.
Si por ejemplo, un vecino está en peligro por un incendio
en su casa, quizás arriesguemos nuestras propias vidas para rescatarlo. Pero a
veces no demostramos ningún cuidado por las cosas espirituales. Si reflexionamos
un poco más allá, y nos preguntamos… Si el alma de ese vecino está en peligro
de irse al infierno, ¿qué hago? Si mi propia alma está en peligro, ¿qué haría?
Dice: Mateo 16:26 Pues ¿qué provecho
obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un
hombre a cambio de su alma?
Entonces ¿Cuánto valor está dando a su alma? ¡¿Vale más
que el cuerpo?! Mateo 10:28 dice: Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas
el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el
cuerpo en el infierno.
Es importante entender la frase: “El mundo”. En la biblia
se usa esta palabra en varios sentidos. Tenemos una definición que podemos
tomar como norte en esta oportunidad: En 1
Juan 2:15-17 dice: No améis al mundo,
ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre
no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre.
El Mundo consta de tres elementos: los deseos de la
carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida. Es sencillo, si algo
nos da placer, aparentemente es “bueno”. Si algo nos parece desagradable,
pensaríamos que es “malo”.
Estudiemos estos tres elementos:
1) “Los deseos de la carne”: son los apetitos
desordenados carnales, como: promiscuidad, alcohol, vicios, vanidad, pasiones
desordenadas, etc. Dice: Romanos 13:14
Vestíos del Señor Jesucristo, y no
proveáis para los deseos de la carne. Y la única forma de hacerlo es
llevándolos a la cruz. Dice: Gálatas
5:24 Pero los que son de Cristo, han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos. La palabra
"crucificar" indica que en nuestro arrepentimiento nos divorciamos
del pecado y ya no vivimos para darle solo el gusto a la carne porque nuestros
deleites vienen a ser otros.
2) “Los deseos de los ojos”: vienen siendo al amor de las
riquezas y la codicia; como cuando volteamos a ver lo que no se debe: la esposa
u esposo de otro con deseo mal sano. Dice: Proverbios
4:25 Tus ojos miren lo recto, y
diríjanse tus párpados hacia lo que tienes adelante. Es una determinación
de no distraerse ni desviarse, así como el pacto de integridad dicho en: Job 31:1,2 Hice pacto con mis ojos; ¿cómo pues había yo de mirar a una virgen?
Porque ¿Qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente
desde las alturas?
Pero por otro lado está la codicia basada en el amor al
dinero. Dice: 1 Timoteo 6:10 Porque raíz de todos los males es el amor al
dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores.
3) Y “la vanagloria de la vida”: que es la búsqueda del
honor y el poder terrenal, como: la jactancia, el reconocimiento de los hombres
y el orgullo. Dice: 1 Corintios 1.26-31
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación,
que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios,
y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del
mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
a fin que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo
Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloríe,
gloríese en el Señor.
Nosotros no
tememos las leyes porque las obedecemos, sino porque necesitamos saber cómo
orientar nuestra vida; sabemos que el que constantemente viola las leyes tiene
que temer siempre, pues existe la posibilidad de que lo aprisionen y castiguen
por su desobediencia. Lo mismo está latente en el reino espiritual- El que
violenta las verdades Divinas y pretende vivir a su manera, la consecuencia
será “Perder su alma”. Dice: Marcos 8:37
Pues ¿qué dará un hombre a
cambio de su alma?
Definitivamente el hombre cae
en la esclavitud cuando diviniza o absolutiza los placeres del mundo, el poder,
la posición, el sexo, el dinero o cualquier creación de Dios; incluso su propio
ser o su razón humana.
Tengamos en cuenta que Dios
mismo es la fuente de la liberación de todas las formas de idolatría, porque la
adoración de lo no adorable y la absolutización de lo relativo llevan a la
violación de lo más íntimo de la persona humana “nuestra relación con Dios”.
Pongamos nuestra
vida en la balanza divina y pidámosle al Señor nos ayude a tener el orden
correcto.
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