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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Un Veneno para el Alma

Hebreos 12:15 Tengan cuidado de que ninguno de ustedes pierda el favor de Dios; ni sea como mala hierba, pues esto los puede perjudicar a todos.

¿No les ha pasado que al probar algo creen que van tener una sensación dulce a su paladar en su boca resulta un terrible amargor? ¡Qué sensación tan desagradable! Eso mismo se siente cuando tenemos que relacionarnos con gente amargada; o que los amargados seamos nosotros y la gente deba relacionarse con uno.
Hebreos señala que ésta condición del alma “contamina y perjudica a todos”. Dice: Deuteronomio 29:18 No sea que haya entre vosotros hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aleje hoy del Señor nuestro Dios para ir y servir a los dioses de aquellas naciones; no sea que haya entre vosotros una raíz que produzca fruto venenoso y ajenjo. Ese amargor es producido del alejamiento gradual de nosotros con el Señor y cuando os venimos  a dar cuenta, todo  lo que vemos y vivimos es para criticarlo y no disfrutamos de las cosas bellas de la vida por esa condición de nuestro corazón.
Todo comienza con una llamada de atención: “Mirad Bien”, es decir ¡Revísate!  En lenguaje coloquial aquí en Venezuela diríamos ¡Mosca!, ¡pilas!, ¡ojo pelado! no dejas que la amargura eche raíces en ti porque trae como consecuencia, la “Pérdida de gracia y los pleitos”.
Por lo general la amargura es el resultado de alguna ofensa o relación rota y sin restaurar o sin pedir perdón por ninguna de las partes. En algunos casos las ofensas son reales, pero en otros casos podrían ser imaginarias; Entonces esto se convierte en un círculo de tortura. Una vez ofendida la persona, no siempre saca ese veneno sino que lo guarda en su corazón, luego comienza a pensar en la ofensa y hasta la murmura una y otra vez dentro de sí- Y esto lleva a ese ser amargado a estar siempre transfiriendo la culpa de su condición a la otra persona que le provocó la ofensa…y en eso se pasa la vida. Lo triste de todo esto es que: “Ninguna persona puede ser un mensajero de paz llevando amargura en su corazón, porque la amargura es veneno para el alma”.
La amargura es causante de serios problemas en la vida del creyente, esta es una especie de espíritu que se convierte en enfermedad con síntomas y consecuencias que afectan: física, emocional y espiritualmente. Hay gente que tiene a  la amargura como compañera de viaje- la sienten muy suya; aun no se han dado cuenta del tipo de detonante espiritual y emocional que es para ellos y los que los rodean.
Existen enfermedades con el nombre de psicosomáticas que son afecciones en el alma que se reflejan en el cuerpo y muchas de ellas son causadas por esta condición de “alma envenenada”.  Y en el aspecto espiritual, se puede entender que existen problemas en el alma que se reflejan en el cuerpo a través de enfermedades.
Una de las causas más comunes por lo cual una persona puede amargarse es por las injusticias. Todos hemos vivido situaciones desagradables en la vida, pero el problema no son las situaciones, sino cómo las asumimos, ya que cuando no buscamos superarlas y sanarnos rápidamente, puede ocasionarnos pérdida de bendiciones y llegar a afectar hasta nuestro cuerpo.
Se le llama “Raíz de amargura” porque es algo que no se ve a simple vista; algo que está subterráneo, solapado, punzando en las aéreas más profundas de nuestra alma. Por eso, pocas personas podrán admitir que tienen esta enfermedad del alma, por cuanto está muy bien oculta- pero Dios sí la ve y nuestros actos la evidencian.
Es necesario escudriñar nuestro corazón y examinar si hay en él amargura.
La amargura es un enemigo que muchas veces pasa desapercibido, impidiendo que el pueblo de Dios alcance la Gracia.
Uno de los antídotos más potentes contra la amargura se llama “Perdón”. Perdonar a quien nos hirió, a nosotros mismos y pedirle perdón a Dios por no confiar en Su justicia y suficiencia. Dice: Colosenses 3:13 Soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Otro antídoto para la amargura es “ir a la presencia de Dios a buscar reposo y dirección”: pero sobre todo entregarle no solo de palabras sino de hechos con nuestra impotencia, dolor y heridas. Dice: Salmos 73:17 Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos.
Pero el antídoto más poderoso es “el amor”, porque el amor todo lo sufre, todo lo soporta, todo lo cree y nunca deja de ser.

Ama, perdona y pasa la página. Tú eres responsable que el capitulo que se escriba hoy de tu vida sea de victorias o de fracasos.

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