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viernes, 5 de diciembre de 2014

El Arte de Escuchar



Santiago 1:19 Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse.

Penosamente, una de las debilidades del ser humano que causa serios problemas de comunicación en las relaciones interpersonales es el “No saber escuchar”.
Por lo general cuando conversamos con alguien, no tenemos toda nuestra atención puesta en lo que nos dice; nos damos cuenta cuando parece que escucháramos pero no estamos atendiendo realmente. Algunos vamos internamente sacando conclusiones, la mente se nos va por otro lado, (porque escuchamos para responder y no para entender) Comenzamos a mirar solo desde nuestro ángulo su punto de vista, nos distraemos y de repente le interrumpimos o levantamos la voz, creyendo que lo que opinamos es más importante que lo que el otro dice; O miramos hacia otro lado porque según nosotros ya la conversación nos fastidió o nos está causando alguna molestia… Y cuando nos venimos a dar cuenta, entramos en una discusión en su mayoría absurda. Dice Eclesiastés 3:7 Hay tiempo de callar, y tiempo de hablar.
¿Por qué no sabemos escuchar ni controlar nuestras emociones? ¡Si esto es vital para la comunicación entre los seres humanos! Tanto para la relación de parejas, amigos, entre creyentes, en el trabajo y en todo lugar. De hecho, el que no escucha no aprende ni logra tener la dicha de conocer a las personas para así saberlas a tratar y complacer  o exhortar en el momento indicado.
Por ejemplo: Los padres  conocen bien a sus hijos cuando han tomado tiempo y se han dedicado a observarlos y escucharles; solo así podrán tener a mano una buena herramienta para saberlos criar. Porque a todas las personas no se les pude dar el mismo trato, por el simple hecho que todos somos diferentes. De igual manera los esposos, si no se comunican ejercitando bien el oído para atender al otro conyugue, nunca sabrán que le agrada o desagrada y no lograrán conexión alguna.
“Escuchar es un arte” que trata de esa empatía que nos ayuda a desarrollar una mejor comunicación.
La empatía es esa bien llamada “inteligencia interpersonal”, que no es más que  la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También se podría definir como un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a la otra.
Para escuchar como debe ser:
*Esté pendiente de las ideas que manifiesta quien le habla. No todas las personas se expresan con claridad. Algunas parecen divagar al hablar, por eso es necesario prestar atención al máximo, sin distraernos ni distraer a quien habla.
*Evite estar a la defensiva, tanto en el lenguaje verbal como en el corporal. Algunos tienden a escuchan al principio con mente abierta,  pero poco a poco la mente se va cerrando y se corta la comunicación; y quizás no hablamos, pero nuestros gestos hablan por sí solos y le comunican nuestro enojo, incomodidad o desinterés. Como por ejemplo: Una cara de impresión o repulsión. O mirar a reloj cada momento- esto le comunica que no tenemos tiempo para ellos.
*Practique el arte de escuchar debidamente. No hay que tener miedo a oír a otros aunque trate temas difíciles. Para esto es necesario poner a un lado los paradigmas, la religiosidad, los prejuicios y tener una mente abierta; como Cristo cuando trataba con prostitutas, fariseos o discípulos traicioneros. Siempre es arduo escuchar temas profundos y entenderlos a la perfección, pero la práctica lo hace más fácil y el Espíritu Santo nos ayuda. Por eso preste toda su atención, póngase en los zapatos de esa persona en ese momento y trate de caminar con ellos un poco, ubíquese en el ángulo desde donde ese individuo está viendo las cosas. Más que con un sentido analítico, vea con ojos de misericordia toda la situación, muéstrale interés haciéndole preguntas prudentes y pertinentes sobre el tema y por supuesto escuche activamente. 
“El que es capaz de callarse para escuchar a otros, aprende mucho de la vida y crece en su trato con las personas”. Dios siempre hará de provecho cada vivencia para Sus hijos.
La primera cualidad que debe tener un siervo de Dios es la capacidad para escuchar a otros. Todo hijo del Señor debe cultivar este hábito en su vida diaria. No me a refiero que deban oír a los demás en el sentido de obedecer lo que estos digan; A lo que me refiero es que deben saber escuchar a otros en el sentido de captar y entender lo que ellos dicen.
Ningún hijo de Dios desempeñará bien su función si sólo le gusta hablar y no sabe escuchar a otros. La utilidad de tal será muy limitada si sólo es como una ametralladora que habla incesantemente. El deber ser es escuchar a los demás y comprender sus problemas, interesándose sinceramente por ellos.

Y recuerda: Callar es de sabios y saber escuchar es de maduros.

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