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miércoles, 17 de diciembre de 2014

La conversación
En perjuicio de un ausente

Santiago 4:11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas a la ley, te haces juez de ella en vez de obedecerla.

Quiero comenzar esta reflexión escribiendo las palabras textuales, de Mateo 13:24-30 El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
La buena semilla son los hijos de Dios que se mantienen en integridad, con su lengua y corazón bien domados. Esta parábola declara que el campo es donde la semilla fue sembrada- el mundo y la misma iglesia local. La Cizaña son las malas hierbas (los murmuradores, difamadores, chismosos, etc.) que parecen virtualmente idénticos al trigo, pero la harina de su semilla “es venenosa”. Ellos representan a aquellos que están todavía manipulados por el enemigo. Están totalmente mezclados entre los creyentes verdaderos y se parecen muchos, tantos que es imposible separarlos.
Justamente de acá se deriva aquello que dice: “Sembró cizaña”.
Mateo 13:29,30, enseña que la cizaña debía permanecer con el trigo por ahora, y sabremos cual es cual por sus hechos. Dice: Mateo 7:20 Así que, por sus frutos los conoceréis.
La Murmuración: es la conversación en perjuicio de un ausente. Es quejarse entre dientes o en voz baja; Es refunfuñar, criticar o censurar con el fin de desacreditar a una persona.
El chisme es visto como la conversación que hiere a otros, que significa: hablar detrás, sea secreta o abiertamente. La conjugación de chismosos  y murmuradores “muerde espaldas, gruñones”.
Les citaré varios versos que señalan a los murmuradores e identifican el tipo que son: Proverbios 16:28 El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos. Hechos 6:1 En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Salmos 41:7 Reunidos murmuraban contra mí todos los que me aborrecen; contra mi piensan mal.
Me llama la atención cuando Santiago 3:8 declara que la lengua está;  “llena de veneno mortal”. La compara con la lengua de las serpientes cuando inyectan veneno a través de las heridas producidas por sus dientes. Y me traslado al texto en Mateo 13, donde habla de la cizaña; y ésta también es venenosa. Por lo que recomienda el Señor en: Filipenses 2:14 “Haced todo sin murmuraciones y contiendas”
La murmuración tiene la habilidad de enfrentar a la gente, de dividir una comunidad, de hacer que las personas se atrincheren, de hacer que el hombre vea al otro como su enemigo. La murmuración dividió a la iglesia del primer siglo entre griegos y hebreos; Dejaron de ser un solo rebaño para convertirse en grupos étnicos- Se concentraron en aquello que era importante sólo para grupos particulares y perdieron de vista lo que era importante para la gran comunidad “predicar el evangelio”.  Dondequiera que haya murmuración se producirá confusión y la confusión lo único que produce es división.
“La murmuración es del diablo”, así como la cizaña la sembró él. Por eso es necesario que nos revisemos y nos arrepintamos, le pidamos al Espíritu Santo que cada vez que vamos a prestar nuestro oído o nuestra boca para ella, nos redarguya, nos discipline, nos haga enmudecer ¡hasta que aprendamos y maduremos!

Permite que tu lengua se convierta a Cristo para que no sea instrumento del maligno.

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