La conversación
En perjuicio de un ausente
Santiago 4:11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros.
El que habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y
si juzgas a la ley, te haces juez de ella en vez de obedecerla.
Quiero comenzar esta reflexión escribiendo las
palabras textuales, de Mateo 13:24-30 El reino de los cielos es semejante a un
hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres,
vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la
hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los
siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla
en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho
esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella
el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo
de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en
manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
La buena semilla son
los hijos de Dios que se mantienen en integridad, con su lengua y corazón bien
domados. Esta parábola declara que el campo es donde la semilla fue sembrada-
el mundo y la misma iglesia local. La Cizaña son las malas hierbas (los
murmuradores, difamadores, chismosos, etc.) que parecen virtualmente idénticos
al trigo, pero la harina de su semilla “es venenosa”. Ellos representan a
aquellos que están todavía manipulados por el enemigo. Están totalmente
mezclados entre los creyentes verdaderos y se parecen muchos, tantos que es
imposible separarlos.
Justamente de acá se
deriva aquello que dice: “Sembró cizaña”.
Mateo
13:29,30, enseña que
la cizaña debía permanecer con el trigo por ahora, y sabremos cual es cual por
sus hechos. Dice: Mateo 7:20 Así
que, por sus frutos los conoceréis.
La Murmuración: es la conversación
en perjuicio de un ausente. Es quejarse entre dientes o en voz baja; Es
refunfuñar, criticar o censurar con el fin de desacreditar a una persona.
El chisme es visto como la conversación que hiere a
otros, que significa: hablar detrás, sea secreta o
abiertamente. La conjugación de chismosos
y murmuradores “muerde espaldas, gruñones”.
Les citaré varios versos que señalan a los murmuradores e identifican el
tipo que son: Proverbios
16:28 El hombre perverso levanta
contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos. Hechos 6:1 En aquellos días, como creciera el número de
los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las
viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Salmos 41:7 Reunidos
murmuraban contra mí todos los que me aborrecen; contra mi piensan mal.
Me llama la atención
cuando Santiago 3:8 declara que la
lengua está; “llena de veneno mortal”. La
compara con la lengua de las serpientes cuando inyectan veneno a través de las
heridas producidas por sus dientes. Y me traslado al texto en Mateo 13, donde habla de la cizaña; y
ésta también es venenosa. Por lo que recomienda el Señor en: Filipenses 2:14 “Haced todo sin murmuraciones y contiendas”
La murmuración tiene la habilidad de enfrentar a la gente,
de dividir una comunidad, de hacer que las personas se atrincheren, de hacer
que el hombre vea al otro como su enemigo. La murmuración dividió a la iglesia
del primer siglo entre griegos y hebreos; Dejaron de ser un solo rebaño para
convertirse en grupos étnicos- Se concentraron en aquello que era importante
sólo para grupos particulares y perdieron de vista lo que era importante para
la gran comunidad “predicar el evangelio”.
Dondequiera que haya murmuración se
producirá confusión y la
confusión lo único que produce es división.
“La murmuración es del
diablo”, así como la cizaña la sembró él. Por eso es necesario que nos
revisemos y nos arrepintamos, le pidamos al Espíritu Santo que cada vez que
vamos a prestar nuestro oído o nuestra boca para ella, nos redarguya, nos
discipline, nos haga enmudecer ¡hasta que aprendamos y maduremos!
Permite que tu lengua se convierta a Cristo para que no
sea instrumento del maligno.
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