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jueves, 18 de diciembre de 2014

Cuidando el Testimonio


Eclesiastés 10:1 Una mosca muerta apesta y echa a perder el buen perfume. Cuenta más la tontería más ligera que la sabiduría más respetable.

Nuestro testimonio es como una carta abierta leída por todos ( lo que somos, lo que hacemos y como nos conducimos); Y basta que esa carta tenga una pequeña enmienda, para que digan que no sirve. En 2 Corintios 3:2,3 dice: Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois cartas de Cristo expedida por nosotros, escritos no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
El perfume es esa materia odorífica y aromática que puesta al fuego desprende un humo fragante y oloroso. Hoy es expuesta en forma líquida. Y el “Perfumista” como el hombre que tiene el trabajo de componer los perfumes.
Por otro lado está el animalito que dañó el trabajo de tantos años “la mosca”.
¿Qué tamaño tiene una mosca? Muy pequeño ¿Y cuanto vale muerta? Absolutamente nada. Y sin embargo tiene el poder de echar a perder un buen perfume entero.
¿¡Imagínate que tu vida espiritual apeste por causa de las moscas muertas!? Pero tienes el frasco bien cerrado y no se siente el verdadero hedor- Aunque tampoco la buena fragancia de Cristo; solo se percibe el discreto olor dado por una apariencia de piedad. La verdad está oculta tras la escenografía de un vivir cristiano en base a guardar las apariencias. Mateo 7:16 dice: Por sus frutos los conoceréis. Es una ley del cielo, nada hay oculto que no haya de ser manifiesto… todo sale a la luz. Dice: Lucas 8.17 Porque nada hay oculto, que no haya se ser manifiesto; ni escondido, y de salir a la luz.
      Algunos han pasado mucho tiempo desarrollando el arte de producir un buen perfume y lo han logrado.  Ese buen perfume es comparado al “Buen Testimonio o la unción”.  Eso que no se logra de la noche a la mañana, cuesta trabajo y esfuerzo; se trata de dar frutos. Los frutos no florecen instantáneamente- la semilla debe ser plantada y morir, y el árbol debe crecer, la flor debe salir y el fruto debe brotar.  Solamente el fruto nos dirá si el árbol es bueno o es malo.  Así también sucede con nosotros; nuestro fruto puede tomar tiempo en crecer, pero debe ser buen fruto y si estamos verdaderamente consagrados, entonces será bueno. Pero en adelante, si no cuidamos el fruto, este se pudre y no crece, se echa a perder el trabajo de la siembra y sus cuidos.
El cristiano ejerce una influencia en su medio a través de su ejemplo, conducta y testimonio. Una palabra, una literatura cristiana; pero también un acto, un gesto de pureza y honestidad en medio de un mundo de pervertido, puede provocar la pregunta que tantas veces hemos oído: “¿cómo es eso de ser cristiano?” Que abre la oportunidad de anunciar a Cristo. Pero un mal testimonio, un mal gesto o una mala palabra, causan el efecto contrario “El hedor”.
1 Corintios 5:6 Dice: ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?  La levadura, es una sustancia usada para fermentar y levantar la masa- Capaz de producir descomposición en un cuerpo, así mismo como la mosca daña todo el perfume. Un sinónimo de leudar es: alterar, transformar o corromper. Es ese mal testimonio o esa puerta abierta que deja entrar la mosca que echa todo a perder.
Existe gente grandemente usada por Dios, quienes por  “una pequeña locura” permitieron que las moscas cayeran dentro de su frasco y el pecado dañó el suave aroma de un perfume que todos apreciaban.  Dice: 1 Corintios 10:12 "El que crea estar firme en la fe mire que no caiga". Debemos recordar que mientras más alto sea nuestro nombre, mientras más reconocido sea nuestro testimonio y más doloroso será el momento de la caída.
No vale la pena una vida de honradez, un testimonio radiante, un ministerio fructífero, todo, todo, todo, arruinado por una pequeña locura. Un pequeño pecado, un desliz “inocente”, y adiós al cristiano sabio y honorable. Gálatas. 6:7 dice: No hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. Y… A volver a empezar; Arrepentimiento, humillación, llanto, disciplina de Dios.

Procuremos oler tan bien, que la gente quiera usar nuestro perfume.

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