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sábado, 20 de diciembre de 2014

Enamórate del Señor

Marcos 12:30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.

En todo el tiempo del transitar de mi vida como cristiana, he podido llegar a una conclusión simple pero fundamental: Lo que nos mueve a permanecer firmes en el Señor, son nuestras convicciones, en medio del dolor y en medio de las bendiciones- Es mantener ese amor por Dios ¡Vivo y latente!
Y no les estoy hablando de cualquier migaja afectuosa o ese amor apagadito que a veces sentimos por ciertas personas; Sino Amor encendido y apasionado por el Padre; ese que en nuestras revoluciones de vida esté mandando la máxima potencia y atentos a que esas revoluciones no bajen sus decibeles.
Porque cuando nuestro amor hacia Dios se apaga, “todo se apaga”, esto es algo automático. Nos cuesta amar al prójimo, el trabajo se nos torna tedioso, las relaciones en el matrimonio se ponen tensas, se enfría la oración, nos convertimos en intolerantes o hirientes, comenzamos a ver la vida de una manera negativa, etc.
Alguien dijo: “El amor, para que sea auténtico, debe costarnos”.  Y yo digo, el amor que no duele no es amor, porque este implica sacrificios y voluntad.
Enamorarse de Jesús, es la consecuencia lógica de conocerlo en el acto de interesarse por Él. En Cantares 8:6 dice: Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte como la muerte es el amor
De esa manera debe ser nuestro amor por Dios, “Irreversible” como la muerte. Pienso que a lo largo de la biblia no hay un versículo más intenso de cómo debe ser esa unión de amor entre nosotros y Dios que éste de Cantares.
El amor a Dios incluye la “atracción hacia Su Presencia”; el deseo y la voluntad por encontrarse, contactarse y unirse. Jeremías 20:7a dice: Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo y me venciste… El profeta presenta a ese Dios irresistible, que de solo voltear a verlo caemos rendidos a Sus pies.
Marcos 12:30 tiene una invitación a amarlo con todo el corazón, todo el ser, todas las fuerzas, sin excluir  ninguna de las dimensiones de la persona. Y es que “Es imposible conocer a fondo a Jesús y no amarlo”.
Analicémonos un poco si estamos cayendo errores que enfrían nuestro amor:
1.  Dejar de Orar y Leer la Palabra: Cuando dejamos de comunicarnos con Dios y de leer la biblia, estamos perdiendo el amor. Dice: 1 Tesalonicenses. 5:17  "Orad sin cesar". 
2.  Dejar de Congregarnos o de Servir: Cuando estamos agradecidos por lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, le serviríamos. Dice: Deuteronomio 10:12 ¿Qué pide Jehová ti Dios de ti? Sino que temas a Jehová tú Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tú Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
3.  El no dedicarle Tiempo: Algo que enfría el amor, es no dedicarle tiempo de calidad y devoción a Dios. Muchas veces tenemos tiempo para nuestros amigos, para nuestros estudios, para nuestro trabajo, para nuestra familia, pero rara vez le dedicamos un tiempo especial y exclusivo a Dios. Dice: Salmos 73:28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien…
4.  Comenzar a hacer ciertas cosas que ya habíamos dejado de hacer: como mentir, decir chistes de doble sentido, complacernos en el pecado, etc. Dice: Apocalipsis 2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no vendré, y quitaré tu candelero de su lugar… Y dice en: Zacarías 1:2 Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Es por eso que debemos evaluarnos y retomar ese fuego de amor perenne y revertir todo mal hábito, apuntando hacia el arrepentimiento y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Recréate en Su presencia disciplinadamente, volcando espíritu y corazón a diario, sin dejar que nada ni nadie usurpe eso como prioridad. ¡Amalo, porque El te amó primero!

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