La
Verdadera Autoestima
Romanos 12:3 Por el
encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes: que ninguno
piense de si mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de si
con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la fe.
¿Cuántas veces nos
hemos hallado acomodando la estima propia a los criterios de este mundo? Como
por ejemplo: Una cirugía estética “innecesaria” para ajustarnos a las demandas
del momento. En el caso de las mujeres, para ser más vistas o deseadas por los
hombres; Aunque algunas manifiestan que lo hacen para sentirse bien consigo mismas.
Cabe aclarar, que no estoy
en contra de las cirugías ni mi posición es radical con respecto a ellas, el
problema está en que nos hemos acomodado tanto a los valores de este sistema
que rayamos en la vanidad o en un sentido de competencia de ¿quién es más bella
o más codiciable? Creyendo que es ahí donde está nuestro valor.
Soy de las que pienso
que cada edad tiene su encanto y hay que disfrutarla y asumirla como ley natural
de la vida ¡cuidándose por supuesto! pero sin la negación de la realidad que trae
consigo el paso del tiempo o el haber dado a luz hijos y amamantado, o
cualquier marca que pueda haber dejado la vida y la ley de la gravedad que
viene con los años. Lo que sé es que Dios no se equivocó determinándolo de esa
manera, cuando entró el pecado en la humanidad comenzó el deterioro del hombre.
Dice: 1 Corintios 3:12 Conforme a la gracia de Dios
que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica
sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima.
La autoestima: es la valoración que
el ser humano tiene de sí mismo. Al referirme a valoración, señalo directamente
al precio que se pagó por algo.
Existe una tendencia
extrema y es el “narcisismo”. Ésta es una palabra
clínica que describe el enfoque y el modo de pensar de alguien cuyas ideas
principalmente son relacionadas consigo mismos y sobre ellos mismos. Las
personas narcisistas tienen estas características: Piensan demasiado en lo que los
otros piensan de él, son obsesivos con el vestido y la apariencia, lanzan
constantes miradas al espejo, etc. Ellos guían las conversaciones de tal manera
que terminan girando siempre en torno a él– Y no son capaces de amar a otros
incondicionalmente, porque primero están ellos, sus intereses personales y su
egocentrismo.
El ser humano en sí mismo no tiene
valor alguno sin las virtudes de Cristo en sus vidas. Dice: Romanos 3:11,12 No hay justo ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a
Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo
bueno, no hay ni siquiera uno.
“La clave de una auto evaluación
honesta y fiel es conocer las bases de nuestra valía”: Y lo que nos da el real
valor en nuestras vidas es nuestra identidad en Cristo y lo que somos a través
de él. El nos hace reyes y sacerdotes, coherederos del Reino de los Cielos,
hijos de Dios, luz del mundo, templo del Espíritu Santo, sal de la tierra,
nación santa, más que vencedores, nos dota de dones, etc. Pero separados de él,
nada podemos hacer. Dice: 1 Corintios
4:7 Porque ¿quién te distingue? ¿Qué
tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo
hubieras recibido?
Los que quieren ser vistos,
sobresalir o necesitan ser halagados, por lo general levantan un mecanismo de defensa
llamado: “La Separación Defensiva” que es una manera de tratar de solucionar
problemas de inferioridad percibida. Y entonces, levantan las llamadas paredes de protección y se vuelven una falsa imagen
que proyecta a otros. Frecuentemente aparentando ser la persona a quien
queremos que nos vean.
Cuando en la Palabra de Dios dice
que: Debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismo; No fue escrito
exactamente para hacernos sentirnos mejor en nuestro amor propio, sino para
hacernos entender, cómo nos ve el Padre por medio de Jesucristo, con el fin de
estimularnos a una vida cristiana más consistente. Hay un gran potencial en la
vida nueva que tenemos en Jesús, pero no nos daremos cuenta de eso ni le
echaremos mano si no las pasamos solo pensando ¡qué tan dignos somos!
Ordena tu valía y verás como
comienzas a amar más al Señor.
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