La
Gloria Humana
2
Timoteo 3:2 Porque los hombres serán
amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios…
La vanagloria, la
sobreestimación o la jactancia, junto a otras palabras de la misma familia tales
como vanidad, orgullo, fanfarronería y engreimiento; describen tendencias en el
carácter y del espíritu de gentes a quienes Dios reprueba. Y esas
características son unas de las más notorias del hombre en la actualidad.
Una vez escuché a un
predicador decir: “Ese joven tiene muchos dones y talentos… el problema, es que
él lo sabe”.
Si en verdad se nos
fuese iluminada, la Palabra en: Mateo 20:25-28 "Entonces Jesús llamándolos, dijo:
Sabéis que los gobernantes de la naciones se enseñorean de ellas, y los que son
grandes ejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que
el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en
rescate por muchos". Nos daríamos cuenta que este es el lenguaje y
verdadero orden del Reino de los cielos.
Si el Señor nos dota y nos bendice, no es
para vanagloriarnos, ni para que nos sintamos orgullosos, ni mucho menos para
enseñorearnos de los que están por debajo de nosotros, simplemente es: “Para servir
y dar nuestra vida en rescate por muchos”
A los seres humanos nos gusta ser
reconocidos, pero en esa búsqueda de respeto y reconocimiento excesivo muchos
han perdido el norte y hasta el sano juicio. Mateo 22:12 nos recomienda dar a
cada uno su lugar, pero no dar la gloria que solo le corresponde al Señor, a
nadie. Dice: A cesar lo que es de Cesar,
y a Dios lo que es de Dios.
El engreimiento o vanagloria es una forma
disimulada de tratar de quitarle la gloria que le corresponde solo a Dios. Así que
mucho cuidado, porque la línea entre nuestra autoridad como líderes
espirituales, que amerita respeto y consideración, y la de darle la toda la
gloria a Dios es muy delgada.
Me agrada la humilde expresión de una amiga
muy pintoresca y folklórica cuando me dice: ¡Mi hermana, si Dios usó la quijada
de un burro para derrotar a los filisteos, No va a usar a esta burra entera!
(refiriéndose a ella, cuando Dios la usa) Da risa, pero sé que está bien ubicada
en cuanto a su posición en el Reino de Dios. Y es una líder de la iglesia a la
que asiste, pero no se ha enfermado con la vanagloria. Ella sabe que no es una
burra, solo usa la expresión para afirmar que solo somos instrumentos en las
manos de Cristo y que él hace con quien quiere, lo que quiere.
El lenguaje del cielo
y el plan de Dios para Sus hijos son: La sencillez, la humildad y el servicio,
entre otros; Eso es lo que en realidad hace al hombre “Grande”. Y cuando está
más rendido ante el Señor, es más virtuoso según Él y por ende se mantiene
dándole la gloria. Dice: Marcos 9:35
Si uno quiere ser el primero, sea el
ultimo de todos y el servidor de todos.
Y algunas personas
adineradas o quienes han triunfado en la vida y gozan de ciertos privilegios,
son dadas a la jactancia; al ver a los demás por encima del hombro, porque
llegan a creer que el dinero, los títulos o las posiciones los hace mejores o
más que los demás. El orgullo y la intolerancia los sitúan en un lugar tan alto
de engreimiento, que por nada se bajan a buscar ayudar en las necesidades de
otros- sino que presumen de su supuesta bendición o grandeza. Dice: Proverbios 26:1 Como no conviene la nieve en verano, ni la lluvia en la siega, así no
conviene al necio la honra.
Ciertamente,
es legítimo considerar nuestro trabajo, talentos o habilidades como un logro
personal. Pero recordemos lo que dice: 1
Corintios 15:10 Pero por gracia de Dios, soy lo que soy; y Su gracia no ha sido en vano
para conmigo. Y lo que dice en: 1 Corintios 1:31 El que se gloríe, gloríese en el Señor. Esta debe ser la terapia
cada vez que nos sentimos enaltecidos o cuando nos veamos tentados de caer en
vanagloria.
Se
trata de canalizar la gloria a quien la merece, “Jesucristo”.
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