¿Resistirse o Doblegarse?
Hechos 9:3-6 Mas yendo por el
camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeo un
resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía:
Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres Señor? Y le dijo: yo
soy Jesús a quien tú persigues; dura cosa te es dar coses contra el aguijón.
El, temblando y temeroso, dijo: Señor ¿Qué quieres que yo haga?...
¿Cuántas veces en nuestras vidas, nos hemos encontrado luchando con la
voluntad del Padre? Pareciera que nos creemos más sabios que Él o que sabemos
más lo que nos conviene.
Hace varios años cuando era una jovencita, me gustaba un chico que en el
fondo sabía que no me convenía. El prontuario de aquel muchacho no era bueno;
Pero me gustaba a tal punto que me empeñé que fuera ese mi novio. Oré de todas
las formas posibles, ayuné, hice guerra espiritual, busqué profetas y muchas
cosas más para sentirme aprobada por Dios y así espiritualizar mi
desobediencia.
A aquel joven yo le gustaba también y me decía lo que me gustaba escuchar,
y todos aquellos cortejos que particularmente me agradaban…y yo andaba en un
éxtasis como en las nubes, en una fantasía donde Dios no daba Su aprobación.
Cuando todo se terminó (aunque fue un conato de noviazgo y no hubo nada
formal) al cabo de unos meses de vivir cumbres y valles emocionales, me bajé de
esa nube; Vi que aquella corta relación fue tan atropellada para mi vida, que salí
sumamente herida y pasó bastante tiempo para que me repusiese emocionalmente.
Dice Jeremías 16:12 Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres,
porque he aquí, cada uno de vosotros anda tras la terquedad de su malvado
corazón, sin escucharme.
La terquedad es un
defecto duro de combatir si no lo usamos a favor del Reino de los cielos y trae
consecuencias incómodas en nuestras relaciones interpersonales. Porque cuando
somos inflexibles, obstinados y porfiados, todo
lo perdemos. Esta no es señal de flaqueza, sino
de resistencia a la obediencia.
Es un refrán que se toma de las bestias a quienes se les colocan
aguijones y se golpean ellos mismos contra las espuelas, que los lastiman al
hacerlo.
El Aguijón: Era un palo afilado y punzante usado para acicatear al ganado.
También lo colocaban de lado y lado a los bueyes del arado para que hicieran
los surcos rectos para la siembra y no se desviaran. Si los animales trataban
de caminar independientes el uno del otro o deslastrarse del aparato, el agujón
se clavaría en su cuerpo y lo heriría. Dar Coses, se está refiriendo a tirar,
resistir, no querer reconvenir (ser terco y testarudo)
En repetidas ocasiones muchos de nosotros nos encontramos dando coces
contra el aguijón; Lo cumbre de todo esto, es que muchos pensamos que son pruebas por causa del
evangelio o ataques del enemigo o por el evangelio: Y comenzamos a pelear o
hacer guerra espiritual golpeando al aire y sin salir de esa situación
de rebeldía y autodestrucción.
En la versión del lenguaje popular el verso inicial dice: Todos caímos al suelo, y oí una voz que
decía en el hebreo: Saulo, Saulo ¿Por qué me persigues? “Te estás haciendo daño
a ti mismo”, como si dieras coses contra el aguijón.
La bandera de este
siglo es la de la “Independencia”. Una independencia de los hijos hacia sus padres, de los esposos hacia sus esposas y
hasta de Dios. Hay un orgullo tonto inculcado en esta generación, que enseña la
autosuficiencia y el creer que no necesitamos de nadie “Y eso los hace
valerosos o grandes”. Se enseña “La
auto confianza extrema”.
“Nunca sabremos todo lo que Dios puede hacer en nosotros, hasta que le
permitamos tener todo lo que somos”.
A fin de cuentas, la actitud correcta es hacerle esa pregunta que
Saulo se vio obligado a formular: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor
le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:6). Esa ciudad representa la
senda de Dios, el camino correcto. Todo comienza “Rindiéndonos” y consultándole
¿Qué quieres que haga? Con una disposición absoluta de obediencia para hacer lo
que El diga, sea lo que sea, nos guste o no, nos parezca bueno o nos incomode…
¡Obedezcamos!
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